Dos minutos ignorando a tu bebé de seis meses son suficientes para estresarle

Dos minutos ignorando a tu bebé de seis meses son suficientes para estresarle
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Son muchos, cada vez más, por suerte, los estudios que se están llevando a cabo con bebés para conocer cómo responden a diferentes estímulos de los padres.

La razón de hacerlos es que, aunque los bebés luego crecen y no recuerdan su infancia, el cerebro está creciendo de manera prácticamente exponencial, creando neuronas y neuronas, que aparecen en base a las vivencias del momento. Dicho de otro modo, el cerebro que se está creando cuando un bebé crece estará en cierto modo condicionado a las vivencias que esté teniendo ese bebé.

En esta línea, investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá, han demostrado que dos minutos sin hacer caso a un bebé de seis meses son suficientes para hacer que se estrese y que, con sólo entrar en el mismo sitio al día siguiente, los bebés ya aumentan sus niveles de estrés, mostrando que saben que pueden ser ignorados de nuevo.

Es curioso, porque a los seis meses la mayoría de los bebés aún no son capaces de mantenerse sentados y muchos empiezan entonces a comer algo que no sea leche. Tan precoces, tan pequeños, y ya se estresan si no reciben la atención de sus padres.

Cómo hicieron el estudio

Para hacer el estudio, los investigadores invitaron a su laboratorio a 31 madres con sus respectivos bebés de 6 meses de edad y los dividieron en dos grupos. Los bebés fueron sentados en sillitas de coche y se instó a las madres a que hablaran y jugaran con ellos.

En uno de los grupos se dijo a las madres que entre los juegos intercalaran periodos de dos minutos de duración en los que tenían que mirar por encima de la cabeza del bebé sin hacer mueca ni expresión alguna. Las madres del otro grupo no tenían que hacer nada especial, simplemente seguir hablando y jugando con sus hijos.

Los investigadores cogieron muestras de saliva al inicio de la sesión, a los 20 y a los 30 minutos, y observaron que los niveles de la hormona del estrés, el cortisol, se disparaban cuando los bebés eran ignorados por sus madres. Al día siguiente, al volver al laboratorio, los niveles de cortisol volvían a subir incluso antes de que las madres les ignoraran.

El grupo de los bebés que no fueron ignorados no modificaron sus niveles de cortisol ni en el primero ni en el segundo día que fueron al laboratorio.

Cuáles fueron las conclusiones

Estos resultados, y sobretodo el observar que el segundo día ya se estresaban simplemente pensando que de nuevo sus madres les iban a ignorar, hicieron pensar a los expertos en desarrollo infantil que los episodios repetidos de estrés podrían afectar más de lo imaginado tanto en la salud en la infancia como en la vida que llevarán los bebés en el futuro, cuando ya sean adultos.

David Haley, investigador principal del estudio, dijo lo siguiente al respecto:

Los resultados sugieren que los bebés humanos tienen la capacidad de producir una respuesta de estrés de manera anticipada, basada en las expectativas creadas en base al trato de los padres en un contexto específico.

Cosas que decir acerca del estudio

Dos minutos es muy poco tiempo, tan poco que todos podemos recordar sin mucho esfuerzo periodos de dos minutos en los que nuestros hijos han estado sin el aliento y apoyo de sus padres, es decir, llorando.

Ahora bien, una cosa es que tu madre se plante delante tuyo y se ponga a mirar por encima de tu cabeza como si no existieras, con cara de póker, y otra es que tu madre esté haciendo algo en ese momento y no pueda atenderte. A mí personalmente me estresaría mucho más la primera que la segunda, así que quizás a los bebés les pase lo mismo (“una cosa es que no puedas, otra muy diferente que me ignores”).

Al leer el estudio no he podido evitar acordarme de los métodos para enseñar a dormir a los niños por la noche, que se basan en ignorar al bebé durante unos minutos (muchas veces más de dos) hasta que aprenden a dormir solos o, mejor dicho, hasta que aprenden que no hace falta llamar a los padres porque no van a conseguir la respuesta que creen que merecen.

Me he acordado de ello porque si los bebés del estudio aumentaron de manera significativa los niveles de estrés, los bebés que lloran por la noche, durante varias noches, probablemente se estresen también muchísimo, aunque esto no se explique (ni se explicará jamás) en los libros que lo explican.

Personalmente agradezco que se hagan estos estudios porque dan valor a todas esas horas que muchos padres hemos pasado acunando a nuestros hijos, a los dolores de espalda por llevarles en brazos, a las horas invertidas en calmar sus lágrimas y sus sufrimientos y a todas las horas de sueño que se han quedado por el camino, que no son pocas.

Vía | Daily mail
Foto | nateOne
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