Alimentación complementaria: las verduras y hortalizas

Alimentación complementaria: las verduras y hortalizas
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Tras varios días hablando de alimentación complementaria empiezo a desgranar los diferentes tipos de comida según los grupos que más se suelen recomendar al inicio de la alimentación complementaria (verduras, fruta, cereales y carne) y lo hago con las verduras y hortalizas, aunque podría haber empezado por cualquier otro.

Las verduras y las hortalizas son una interesante fuente de fibra, vitaminas y minerales. Tienen poco valor calórico (los adultos, para adelgazar, comemos mucha verdura) y por eso se recomienda dar poca cantidad y acompañarlo cuando sea posible por otros alimentos como legumbres, arroz y/o carne.

Hasta los 12 meses deben ser ofrecidas después de una toma de leche (porque lo más importante sigue siendo la leche), aunque si el bebé toma biberón pueden hacerse algunas comidas sin presencia de leche (porque con dos o tres biberones se llega fácilmente a los 500 ml que se recomiendan mientras que si toman pecho deben hacer varias tomas al día para llegar a la misma cantidad).

Volviendo al tema de las calorías, para que os hagáis una idea de la energía que aportan, la zanahoria tiene 35 Kcal por cada 100 gramos, las judías verdes 33 y el tomate 19. La leche materna aporta una media de 70 Kcal por cada 100 ml.

Supongo que viendo estas cifras llegaréis a la misma conclusión a la que llego yo. Algunos pediatras se apresuran a introducir las papillas de verdura y carne (o incluso las de fruta) para que los niños engorden y, viendo las cifras, no tiene sentido.

Por una parte hay que tener en cuenta que si un lactante se alimenta a demanda y está sano no necesita engordar. Igual que hay adultos con más apetito y otros con menos, hay niños con más o menos necesidades calóricas. Igual que hay adultos altos y delgados, hay niños altos y delgados.

Por otra parte ya hemos visto que las verduras tienen muy pocas calorías. Incluso la papilla de verdura con pollo típica española tiene una cantidad variable de calorías según la cantidad de pollo o aceite que se introduzca (y tampoco se puede poner mucha carne, que nos pasamos de proteínas), con una media de 50 Kcal por cada 100 gramos de papilla, inferior a las 70 Kcal de la leche materna.

Con esto quiero decir que no tiene sentido depositar esperanzas en la verdura y la carne como método de engorde si tienen menos calorías que la leche materna y que la leche artificial.

Ya lo he dicho en otras entradas, pero por si acaso lo vuelvo a decir, la alimentación complementaria va destinada a aportar nuevos nutrientes a los bebés, pero sobretodo a permitirles aprender a comer como lo hacemos los adultos y a conocer nuevas texturas, olores, sabores y colores.

Hortalizas

La patata es una hortaliza que puede empezarse a ofrecer a los seis meses.

El nabo y la remolacha contienen una cantidad elevada de nitratos (si recordáis las entradas sobre el agua, un exceso de nitratos en la dieta de los pequeños puede ocasionar metahemoglobinemia), por lo que se aconseja evitarlos al principio y empezar con ellos hacia los 12 meses, que es cuando toleran y gestionan de manera efectiva estos alimentos.

La zanahoria también concentra nitratos, pero contiene betacaroteno (precursor de la vitamina A) que es beneficioso para los bebés. Pueden empezar a comer zanahorias a los seis meses, aunque hay guías que recomiendan ofrecerlas a partir de los 7-9 meses por el tema de los nitratos (realmente todas las verduras concentran nitratos en mayor o menor medida, siendo las más arriesgadas las que concentran más).

Verduras

Pueden empezar a tomarlas desde los seis meses evitando las espinacas, la col y los espárragos (y en general las verduras de hoja), que son ricas en nitratos y se recomiendan hacia los 12 meses.

Algunas de las que pueden tomar son judías verdes, cebolla, calabacín (sin semillas), puerro, boniato, calabaza, apio y brócoli.

El tomate merece ser mentado aparte. Es más alergénico que otras verduras y a muchos niños les provoca erupciones en la piel de alrededor de la boca (por el contacto), que hacen sospechar una reacción similar en el estómago.

Hay autores que lo recomiendan a partir de los 12 meses y otros que comentan que a partir de los 6 ya pueden tomarlo (yo me inclino más hacia los seis meses y si vemos reacción en la piel retirarlo).

Preparación

Se cuecen (verduras y hortalizas) con poca agua para aprovechar los nutrientes que quedan en el caldo y se escurren bien para no llenar el estómago con el caldo.

Cuando se hace papilla de verdura se suelen cocinar varias verduras a la vez. No es erróneo, pero puede hacerse también de manera individual si se quiere.

Se puede añadir, para aumentar el valor calórico, un poco de aceite. Si se tiene pensado guardarla para otro momento es preferible congelarla a dejarla varios días en la nevera pues puede formar nitratos.

Las verduras pueden triturarse o machacarse con un tenedor o se pueden preparar trocitos que puedan coger con sus deditos. La ensaladilla rusa es ideal (sin salsas ni condimentos).

Si optamos por esta solución debemos pensar que a los seis meses no suelen ser capaces de coger trozos pequeños, por lo que es mejor darles pedazos más bien grandes, del tamaño de su puño y un poquito más, ya que será ese sobrante el que podrán comer.

Los potitos

Lo ideal es que la comida sea lo más natural posible y por eso se recomienda que se cocine en casa en vez de comprar potitos. Éstos se suelen recomendar para días aislados en los que se come fuera o no da tiempo a cocinar.

Personalmente no les veo la utilidad ya que si un día no se le puede dar verdura, pues no se le da. No pasa absolutamente nada. Ese día se le da otra cosa o se le da simplemente leche. Además hay que tener en cuenta que en el proceso de fabricación se pierden muchas vitaminas y algunas marcas añaden aditivos que pueden ser alergénicos para algunos niños.

En caso de optar por ellos, es muy importante mirar la composición pues a veces introducen alimentos demasiado pronto (pescado en un potito etiquetado “a partir de 6 meses”, por ejemplo) y tener en cuenta que la mezcla de ingredientes ya haya sido probada por el bebé (que ya le hayamos dado todos los alimentos que contiene el potito alguna vez y no le hayan provocado reacción alérgica alguna).

Fotos | Flickr (superbez), Flickr (jessicafm)
En Bebés y más | Si no le gusta la verdura es por instinto, El tomate en la alimentación infantil, Potitos o purés: salud y economía, Alimentación complementaria: “Baby-led Weaning”

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