¿Debería considerarse la leche artificial un medicamento? (I)

¿Debería considerarse la leche artificial un medicamento? (I)
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Los bebés humanos tienen un alimento que naturalmente les brinda el pecho de su madre y es el mejor para su crecimiento y desarrollo. De eso no hay duda alguna y cada vez son más los estudios que lo avalan, aunque, mi opinión es que, más que demostrar los beneficios de la leche materna demuestran los perjuicios de la leche artificial, aunque eso sea políticamente incorrecto. Pero la cuestión que os planteo es otra. ¿Debería considerarse la leche artificial un medicamento?

Primeramente quiero aclarar que este es un artículo de opinión personal. Sin embargo, mi opinión no es infundada. Soy consciente de que muchos bebés, por razones variadas, no son alimentados con leche materna.

Muchos bebés no toman leche materna

Algunos reciben leche artificial desde su nacimiento, incluso viéndose privados del calostro. Algunos son prematuros o tienen problemas de salud que pueden ser acrecentados por no darles leche de su madre. Algunos, muchos, no llegan a tener una alimentación exclusiva de leche materna hasta los seis meses y son poquísimos los que superan los dos años como aconsejan los organismos más importantes sobre salud mundial.

Pero la realidad es incuestionable, muchos bebés no toman leche materna o no la toman bastante tiempo como para prescindir de la leche artificial.

Cambiar la tendencia y mejorar los índices de lactancia es una necesidad de salud pública. Sobre todo porque las verdaderas razones médicas para no amamantar son muy pocas y la mayoría de las mujeres que deseaban dar el pecho y no pudieron hacerlo seguramente lo habrían conseguido con información y apoyo adecuados.

La falta de cultura de la lactancia, la debilidad de los conocimientos de algunos sanitarios, la escasez de apoyos o de una red que sostenga a la mamá, la cuide y le enseñe a superar los problemas reales de las lactancias, son las causas de esta epidemia de hipolactia. Además, la realidad es que el mundo laboral es completamente hostil a la lactancia y no ofrece ayuda, tiempo ni garantías suficientes para que las mujeres puedan seguir amamantando cuando termina nuestra corta baja maternal.

Las mamás no son culpables de esto, es un cúmulo de circunstancias que, incluso cuando ellas luchan y se esfuerzan, cuando ellas lloran y se angustian, cuando ellas lo intentan y se enfrentan a problemas, pueden más que la propia Naturaleza. Muchas mujeres no dan el pecho, no pueden o no saben o no consiguen solucionar los problemas o no reciben información adecuada. Las causas son múltiples, la realidad, miles de madres deben comprar un producto industrial para alimentar a sus bebés y nadie las ayuda.

Si Michellle Obama apoya la lactancia materna con la idea de subvencionar sacaleches yo creo que la mejor manera de fomentar la lactancia materna y a la vez, garantizar el mejor producto para los niños alimentados con leche artificial, es considerarla un medicamento, controlarla como tal y pagarla como tal cuando sea precisa de verdad.

Por supuesto, hay que trabajar para darles herramientas y sostén para seguir la lactancia si quieren hacerlo. Además, para las que deciden, con toda la información, no amamantar, también hay que ser conscientes de que, aunque den leche artificial, quieren las mayores garantías de calidad y salubridad posibles para el alimento que dan a sus pequeños, a los que aman igual que quien amamanta, algo que ni debería mencionar pero que quiero dejar muy claro.

La leche artificial en la salud pública

Mi opinión es que si, que la leche artificial debería ser considerada un medicamento a todos los niveles: de control, autorización, comercialización, receta médica y derechos de las familias.

Las razones son muchas y todas inciden en que sería la mejor manera de garantizar y asegurarnos un producto lo mejor posible, con los mayores controles e investigaciones, con análisis y protocolos específicos para su producción y distribución, y con los efectos secundarios claramente especificados para que los padres, que tienen derecho a ello, los conozcan.

Además, como explicaré, considerarla un medicamento haría que el sistema de salud se implicara profundamente en mejorar los índices de lactancia, informando correctamente, ayudaría a las madres y supondría una colaboración económica con las familias que no pueden darle leche materna a los bebés, necesitando comprar este producto para sus hijos.

La lactancia no materna siempre ha existido

Siempre ha habido niños que no podían ser alimentados por sus madres. No nos engañemos, los problemas en la lactancia humana existen y son mayores cuando mayor es la desconexión de la madre a sus hermanas o cuanto mayores son los problemas de salud general o sociales en cada época.

Además, históricamente, por razones de fallecimiento de las madres, por problemas en la lactancia natural o por separaciones existió siempre la necesidad de acudir a otra leche que no fuera la materna. Desde muy antiguo hay datos sobre los antecesores de nuestros biberones o de madres de leche que amamantaban, como nodrizas pagadas o como amigas o hermanas, a los hijos de otra mujer.

Se ha usado la leche de nodriza, la leche de cabra o burra y hasta la leche condensada rebajada, que era lo que le daban a mi madre cuando era un bebé como complemento a la leche de su madre, menguada por razones que mi abuela achacaba a la guerra, el miedo, y la hambruna.

Con la extensión de la industria de la leche artificial, paralela al crecimiento de excedentes de la ganadería vacuna, llegó una época en la que no había apenas ningún control sobre la calidad del producto y menos todavía sobre las agresivas estrategias publicitarias en favor de este producto. Y la mentalidad médica y social se inclinó tan a favor del biberón que calificaría la tendencia contra las bases de la lactancia natural. Esto irá cambiando, como veremos en el siguiente tema, para llegar a la situación actual.

¿Debería considerarse la leche artificial un medicamento?

Soy plenamente consciente de que la idea de que la leche artificial se considere un medicamento es algo personal y quizá polémico. Sin embargo, estoy plenamente convencida de que es la mejor medida para garantizar los derechos de los niños y de sus familias.

Veremos en el siguiente tema lo que implicó esta industria, el modo en el que se extendió la lactancia artificial y las consecuencias de ello, para culminar en las razones por las que considero que para las familias, la salud pública y los propios niños, es conveniente pasar a considerarla un medicamento.

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