Las cuatro etapas del desarrollo del niño según Piaget (III)

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Tras la primera etapa senso-motriz llega, aproximadamente a los dos años, la segunda de las cuatro etapas del desarrollo del niño según Piaget. Es la fase preoperacional y dura hasta los siete años. En ella el juego es el centro de la vida y el medio de aprender conocimientos para los niños.

Lo más importante de este periódo es que el niño aprende a hablar con corrección y a entender lo que se le dice. La adquisición del lenguaje hace que su modo de pensar cambie y también lo hace la forma en la que se relaciona con el entorno.

Empieza a ser capaz de expresar no solamente palabras o frases muy breves, sino que adquiere la habilidad de expresarse con frases complejas, usando el pasado, el futuro y el condicional, lo que implica claramente que nuevos conceptos se abren paso en su mente. De todos modos sus conversaciones están bastante limitadas a la experiencia propia y el intercambio de opiniones es limitado.

Sin embargo el pensamiento lógico no está formado completamente y sus percepciones son puramente objetivas, sin que la relación de causa efecto o las comparaciones estén bien definidas. Intenta dar una explicación lógica a los fenómenos de su entorno y la experimentación es vital en este camino.

La experiencia vital será la que modele su capacidad de pensar paulatinamente y será la experiencia vivencial, sensitiva, emocional y lúdica la más importante para ir avanzando, mucho más que cualquier ejercicio repetitivo o la atención a unas explicaciones verbales complejas.

La percepción de los sentidos es lo que acompaña su evolución mental y es en lo que gravita su pensamiento.

El lenguaje y su capacidad motriz, avanzando de la mano de la construcción del pensamiento, le permite desarrollar relaciones más complejas con otras personas.

Ha descubierto los símbolos pero todavía no sabe operar con ellos como un adulto. El niño puede creer en la realidad de sus fantasías pero le resulta imposible asimilar que los demás no interpreten el mundo como él o que las cosas tienen características que pueden cambiar sin que cambien otras, como bien ejemplifica el primer vídeo de este artículo.

Otros ejemplos concretos sobre el modo en el que funciona el pensamiento infantil en la etapa preoperacional los podemos ver en este segundo vídeo.

He mencionado la enorme importancia que tiene el juego en toda esta etapa preoperacional. Es a través de lo lúdico que el niño modifica sus reflexiones sobre el entorno y aprende a modificarlo. Y el juego, en esencia, es un proceso libre, vital, no dirigido, aunque en algunos casos, a media que vaya creciendo, pueda integrar reglas y otros jugadores.

Pero, en esencia, los niños en edad preescolar aprenden jugando, tocando, sintiendo, no sentados en un pupitre ni haciendo lo que se les indica que hay que hacer.

Una de las cosas que, personalmente, me parecen más aberrantes y alejadas de las verdaderas necesidades de los niños son las famosas fichas. Se espera que niños pequeños pasen muchas horas sentados y en silencio, sin jugar, aprendiendo conceptos sobre un papel, como pintar de amarillo un sol o un cielo azul, cuando para aprender que el sol es amarillo y el cielo azul basta con estar vivo y poder verlos al aire libre.

El niño logra en estos años comprender que sus percepciones pueden ser interiorizadas y sacar conclusiones sobre el futuro o sus consecuencias, pero esto forma parte de un proceso que no se presentará de manera automática y requiere mucho respeto de los adultos para realizarse sin forzarlo.

En esta etapa preoperacional, la segunda de las cuatro etapas del desarrollo del niño según Piaget se presentan tres logros fundamentales en la evolución del individuo: relación con otras personas, aparición del pensamiento y descubrimiento de la intuición de futuro.

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