Los niños también tienen días malos: compréndelos y ayúdales a enfrentarse a ello

Los niños también tienen días malos: compréndelos y ayúdales a enfrentarse a ello
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Por alguna razón que desconoces, un día te notas más tenso que de costumbre. Estás irascible, parece que todo te molesta, y las cosas comienzan a salir torcidas. Discutes con tu pareja, no te entiendes con tu jefe, y ese estado de ansiedad te acompaña durante toda la jornada. ¿Os habéis sentido así alguna vez? Seguro que sí, y todos coincidimos en afirmar que "tener un día malo es algo normal".

Pero cuando este mismo comportamiento lo tiene un niño, la cosa cambia. Los adultos comenzamos a etiquetarle y criticamos y juzgamos su actitud. Quizá incluso le gritemos o castiguemos, y le exijamos un autocontrol que nosotros mismos somos incapaces de tener cuando estamos en la misma situación. Y es que al igual que los adultos, los niños también pueden tener días malos, y debemos comprenderlo.

Cuando las emociones explotan

Los seres humanos albergamos en nuestro interior un sinfín de sentimientos y matices. En la mayoría de las ocasiones, los adultos somos capaces de poner palabras a lo que sentimos, y de comprender el por qué de nuestro estado anímico.

Por ejemplo, las cosas en el trabajo no han ido bien ese día, y cuando llegas a casa te sientes agotada, irascible y frustrada. "He tenido un mal día, no tengo muchas ganas de hablar", puede que le digas a tu pareja. Y lo más probable es que ella te comprenda, respete tu silencio e incluso te prepare un baño relajante para ayudarte a sentirte algo mejor.

A los niños les ocurre exactamente lo mismo, con la diferencia de que su entendimiento y escasa capacidad verbal les impide expresar lo que sienten; especialmente cuando son muy pequeños. Y como se sienten mal, lloran y se comportan de un modo que, en muchas ocasiones, no es tolerado socialmente.

¿Son nuestras reacciones con ellos las que nos gustarían que tuvieran con nosotros?

Mis hijos tienen días malos, como los tengo yo, mi marido, o el vecino de enfrente. La diferencia es que con nueve, cuatro y tres años, rara vez saben expresar verbalmente lo que les ocurre.

Quizá, en el caso del mayor haya sido una nota en un examen que no esperaba, o un gol marcado en propia puerta en un partido de fútbol que era importante para él. Y quizá, en el caso de los pequeños, haya sido una pelea en el patio del colegio o un cambio inesperado de profesor, ahora que habían comezado a familiarizarse con él.

Cualquiera de estas cosas, que a los adultos nos parecen "tonterías" con fácil solución, para los niños no lo es, y les genera ciertos sentimientos que pueden llegar a alterar su comportamiento... y nuestra paciencia.

Porque los padres, que no somos perfectos y también hemos tenido un día agotador, no entendemos sus berrinches, sus llantos o su irascibilidad. Nos gustaría que se comportaran "correctamente" y "que nos pusieran las cosas fáciles". Es decir, les estamos exigiendo algo que nosotros mismos no somos capaces de poner en práctica en determinados momentos.

Así que, cuando estoy al límite de mis fuerzas y siento que voy a perder la paciencia, me paro un segundo y reflexiono: ¿cómo me gustaría que actuaran conmigo cuando soy yo la que tiene un mal día? Y la respuesta la tengo clara: con respeto, tolerancia, empatía y amor. Mucho amor.

¿Cómo debemos actuar si nuestros hijos tienen un día malo?

como actuar si nuestros hijos tienen un día malo

Acompañarle en su sentimiento y empatizar

Como hemos dicho, no todos los niños son capaces de expresar verbalmente lo que sienten. Poner palabras a sentimientos como la frustración, la rabia, la envidia, la nostalgia, la ansiedad... no es fácil, y por ello canalizan sus emociones a través del llanto o las rabietas.

En estos casos es importante no dar la espalda al niño, ni minimizar sus emociones o impedirle que afloren con frases como, por ejemplo, "no es para tanto" o "deja de llorar". Permítele sentir y acompáñale en su sentimiento.

Además, será muy positivo para el niño si empatizamos con él y le decimos que "entendemos su sentimiento, pues a nosotros también nos ha pasado alguna vez". Tener un día malo es algo universal a cualquier ser humano, y en ese momento podemos ser una gran ayuda para él compartiendo nuestra experiencia y mostrándole una posible vía para afrontar la situación.

Todos los actos tienen una consecuencia

Pero el hecho de que entendamos su sentimiento no significa que debamos aprobar su comportamiento si, por ejemplo, está siendo irrespetuoso con las personas que están a su alrededor.

Todo lo que hacemos tiene consecuencias, positivas o negativas. Aquí lo importante es explicarles cuáles son las consecuencias de sus actos, para que comprendan la razón e importancia de hacer o no hacer ciertas cosas

Ayudarle a gestionar sus emociones

Los niños no nacen con herramientas para gestionar sus emociones, y es labor de los padres enseñarles a hacerlo:

  • Permitiéndoles sentir, y no obligándoles a reprimir ninguna emoción.
  • Ayudándoles a reconocer las emociones, es decir dotándoles de un vocabulario emocional para poner palabras a sus sentimientos.
  • Enseñarles a modular esa emoción en intensidad, duración e impacto.
Y en este punto cobra especial importancia todo lo mencionado anteriormente. Y es que cuando el niño está en un ambiente en el que se siente comprendido y apoyado en este sentido, es más fácil para él gestionar sus emociones.

Fotos | iStock, Pixabay

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