¿Qué es el trastorno semántico-prágmatico?

¿Qué es el trastorno semántico-prágmatico?
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Ya hemos hablado en Bebés y más de diferentes trastornos del lenguaje, como pueden ser el retraso del lenguaje, el Trastorno Específico del Lenguaje (T.E.L.) o la disfasia. Hoy intentaremos aclarar un poco más qué es el Trastorno Semántico-Pragmático, una “etiqueta” que actualmente está empezando a coger fuerza entre las alteraciones del lenguaje.

En este trastorno, se ven involucrados aspectos sintácticos, semánticos y pragmáticos, todos ellos aspectos muy importantes para el desarrollo del lenguaje social y la comunicación del niño con su entorno en el día a día.

Hoy veremos de forma breve en qué consisten estas tres habilidades lingüísticas y cómo se relacionan en las posibles alteraciones del lenguaje del niño, así como son las características principales de los niños con un trastorno semántico-pragmático y cómo podemos ayudar a estos niños a comunicarse mejor con el entorno.

Sintáctica, semántica y pragmática

Cuando hablamos de la sintáctica nos referimos a cómo se organizan las palabras en las frases y oraciones que emplea el niño en su vida diaria. Seguramente cuando vuestros hijos empezaron a hablar decían frases que estaban mal organizadas, del tipo “agua nene guta” o “rompido coche tú”. Poco a poco, según vayan creciendo irán realizando frases cada vez más parecidas a las que decimos los adultos.

La semántica, por su parte, se refiere al significado de las diferentes palabras que el niño emplea en sus oraciones o frases. Los niños más pequeños constantemente cometen errores en el significado de las palabras que utilizan. Por ejemplo, si nuestro hijo nos dice “agua nene guta”, aunque el orden esté mal nosotros sabemos lo que significa; sin embargo, si lo que nos dice es “nene gua ata”, la frase está bien hecha pero no podemos interpretar lo que nos dice.

Finalmente, la pragmática se encarga del uso del lenguaje. Es aquí donde niños con Trastorno de Espectro Autista (T.E.A.) o Síndrome de Asperger presentan más dificultades, ya que expresan lo que piensan o sienten sin tener en cuenta su entorno. Por ejemplo, si un niño está llorando porque se ha caído de la bicicleta y a él le apatece jugar con su bici, probablemente le pregunte antes si puede montar en ella antes de preguntarle cómo se encuentra.

Trastorno Semántico-Pragmático: cómo detectarlo

En los niños diagnosticados con “Trastorno Semántico-Pragmático” se puede apreciar un retraso en el desarrollo del lenguaje, así como dificultades a la hora de comprender y expresarse. Cuando son pequeños, aproximadamente antes de los cuatro o cinco años, estos niños suelen ser callados y no suelen responder cuando alguien los llama (es como si tuvieran algún tipo de problema auditivo).

Su inicio en el habla se retrasa en el tiempo, teniendo dificultades para expresar lo que quiere. Por otro lado, suele decir frases que escucha con bastante frecuencia cuando no tienen sentido, como por ejemplo “¡qué rica la sopa!” mientras está haciendo un puzzle.

Además, muchas veces su contacto visual es bastante pobre, por lo que hay que recordarle muchas veces que cuando habla con alguien tiene que mirarle a los ojos para poder reforzar la conversación.

Cuando ya son un poco más mayores, a partir de los cuatro o cinco años, cuando observamos al pequeño podemos ver que siente predilección y domina perfectamente rompecabezas, números, letras, formas y colores e incluso ordenadores o tabletas. Además, se nota cierta obsesión por ciertos intereses personales.

Persiste la ecolalia que debería haberse ido eliminando hacia los tres o cuatro años, repitiendo tanto palabras como frases enteras. Además, si esas frases tienen una segunda intención o un lenguaje figurado (“ya está ladrando la vecina”) estos niños no las comprenden.

Ante estímulos fuertes, tales como el sonido de la aspiradora, la lavadora o explotar un globo, muestran una gran hipersensibilidad, provocándoles situaciones que les resultan bastante desagradables.

Finalmente, se puede observar también que puede tener algún tipo de problema leve a nivel motor (grueso y/o fino), además de tener dificultades con los conceptos abstractos tales como el tiempo e incluso pueden llegar a leer a edades poco adecuadas (o muy pronto o muy tarde), mostrando graves problemas de comprensión.

Ayudar a comunicarse

Con el trabajo y el apoyo adecuado, las habilidades comunicativas de estos niños pueden evolucionar de forma bastante favorable. La atención constante y la interacción son necesarias para ayudar a cambiar y controlar su comportamiento, así como mejorar sus habilidades comunicativas.

Es importante realizar juegos manipulativos sencillos que tengan un orden lógico y secuencial, así como realizarlas en sitios tranquilos, con ayudas visuales (tales como gestos) y creando situaciones que favorezcan las conversaciones para ayudar a la socialización.

A estos niños, como hemos dicho, les resultan complejos los conceptos abstractos, por lo que se debe evitar el uso de este tipo de aspectos, así como explicarles las metáforas, ironías, chistes, sarcasmos… siempre que aparezcan inesperadamente en una conversación.

Es muy importante mantener una rutina que ayude a que no exista ningún imprevisto que pueda alterar al pequeño por falta de comprensión; si esto fuera así, se le debe anticipar cualquier cambio que pueda existir, y si dicho cambio es inesperado e inevitable, deberemos ayudarle a enfrentarse a él.

No obstante, como decimos siempre, deberá ser el terapeuta especializado quien indique a la familia y al entorno qué estrategias tomar para cada caso en concreto, ya que no todos los niños con Trastorno Semántico-Pragmático tienen las mismas dificultades ni con el mismo grado de afectación.

Foto | Strocchi en Flickr
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