Trastornos del habla: tratamiento de la dislalia

Trastornos del habla: tratamiento de la dislalia
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Cuando se habla del tratamiento de la dislalia es necesario que se tenga en cuenta un enfoque pluridimensional, ya que no aparece generalmente aislado; forma parte de un grupo de síntomas con causas múltiples y variadas, como consecuencia de las cuales aparece la dificultad.

Es necesario enfocar el tratamiento en un sentido más amplio, orientandolo a todos aquellos aspectos que inciden en el habla, logrando que el niño pueda corregir más fácilmente los defectos del habla que presenta. Por ello se requiere conseguir una maduración neurológica y psíquica.

Si el trastorno es muy grave tiene consecuencias en las características y reacciones psicológicas del niño, pudiendo generar problemas de personalidad y adaptación; igualmente, estos problemas pueden dar origen a trastornos del habla y del lenguaje.

Cuanto más precozmente se inicie el tratamiento el pronóstico será mucho mejor. Pero es vital no confundir la dislalia funcional con la dislalia evolutiva. Si la articulación defectuosa persiste pasados los cuatro años de vida, ya se puede considerar como patológico y habrá que comenzar un tratamiento adecuado.

Si no se atiende debidamente, el defecto persitirá en el tiempo, los órganos encargados del habla (tales como boca, lengua...) pierden plasticidad y agilidad y su corrección será más costosa. Además, no tratar la incorrecta pronunciación supone entorpecer el desarrollo psíquico del niño, generando problemas tanto a nivel social como escolar.

El tratamiento de la dislalia requiere, como parte primordial, la colaboración de los padres, a los que será preciso ayudar para que comprendan la forma en que ellos pueden contribuir positivamente en el niño.

Antes de iniciar un tratamiento, es necesario ver qué aspectos o funciones no han adquirido el desarrollo adecuado. Por ello, el tratamiento siempre es individualizado.

Podemos encontrarnos con dos modalidades de tratamiento distintas:

  • Tratamiento indirecto: los ejercicios están destinados a la mejora de las funciones que inciden en la expresión del lenguaje oral. Este tratamiento se encarga de aspectos tan variados como la respiración, psicomotricidad, percepción y discriminación auditiva, agilidad de los órganos del habla (boca, lengua, paladar...). No suelen estar afectadas todas estas funciones con igual intensidad. Es necesaria una base de maduración previa antes de comenzar con el tratamiento directo.
  • Tratamiento directo: los ejercicios tienen por objetivo conseguir una perfecta articulación y su automatización o integración en el lenguaje espontáneo. Los ejercicios de articulación son individuales y se hacen frente al espejo, el cual irá mostrando las posiciones y movimientos característicos de los órganos de la articulación, necesarios para cada fonema. De esta forma el niño los podrá observar e imitar. Es importante que, ya que el niño con dislalia tiene fuertemente grabada la relación entre la cosa y la palabra que le suena como correcta, no se debe corregir el fonema mal articulado, sino enseñarle uno nuevo para que cuando lo consiga sustituya el erróneo. De otro modo, el niño se centra sólo en corregir la articulación mal establecida, pensando en las nuevas posiciones, creando así una tensión inútil en los órganos del habla. Se debe crear sonidos nuevos correctos que vayan sustituyendo los antiguos erróneos.

Ambos tratamientos seguirán un desarrollo paralelo, comenzando siempre por el indirecto para facilitar un posterior trabajo con una articulación determinada; una vez se comienza ésta, se continuará a la vez el tratamiento dirigido a las funciones que están relacionadas con la articulación de los fonemas.

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