Amy Chua recomienda el autoritarismo feroz como método de crianza

Amy Chua recomienda el autoritarismo feroz como método de crianza
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El modo de educar ha cambiado mucho en tan solo una generación. De la educación autoritaria generalizada hace décadas (la que recibimos la mayoría de adultos de hoy en día) hemos pasado a una educación más democrática (la ideal) en la que los niños tienen voz y a veces también voto a la hora de decidir según qué cosas dentro de la familia y hemos pasado también a la educación permisiva (una caja de bombas que puede estallar en cualquier momento) en la que los niños pueden hacer lo que quieran, incluso cuando dejan de respetar a los demás.

A raíz de esto, diversos sectores de la educación piden abiertamente una vuelta a los orígenes para adoptar de nuevo un modelo autoritario con el que se consiga lo mismo que antaño: que los niños obedezcan y crezcan sumisos a los deseos de sus padres, sin molestar y sin rebelarse.

La última en sumarse a esta corriente es Amy Chua, una profesora de derecho de la Universidad de Yale que recientemente ha publicado un libro titulado Himno de batalla de la madre tigre en el que explica una teoría educativa que a mí personalmente me produce pavor (y terror), pero que para ella es superior a la utilizada en los Estados Unidos (ella es china nacida en EEUU). Como muestra y resumen de sus teorías, aquí tenéis 10 de las cosas que nunca permitió hacer a sus dos hijas:

  • Dormir fuera de casa.
  • Participar en juegos en red con otros niños.
  • Participar en una obra de teatro del colegio.
  • Protestar por no estar en una obra de teatro del colegio.
  • Ver la televisión o jugar en la computadora.
  • Elegir sus propias actividades extracurriculares.
  • Sacar una nota por debajo del sobresaliente (A).
  • No ser el número uno en todas las asignaturas (excepto gimnasia y teatro).
  • Tocar un instrumento que no sea el violín o el piano.
  • No tocar el violín o el piano.

La clave del éxito en China

Gracias a estas y otras normas tan estrictas los padres chinos consiguen que sus hijos sean muy superiores a los niños de otros países, ya que son niños con notas excelentes y prodigiosos en campos como las matemáticas o la música.

Según Chua, el 70% de las madres occidentales creen que el estrés de buscar el éxito académico no es bueno para los niños y que lo importante es tratar de que los niños vean que aprender es algo divertido. Las madres chinas, en cambio, creen que su hijo puede ser el mejor estudiante y que las buenas notas reflejan el éxito educativo de los padres. Dicho de otro modo, si un niño suspende o no consigue buenas notas es por culpa de los padres, que no han logrado educar bien a su hijo.

Citando un párrafo del libro de Amy Chua:

Lo que los padres chinos entienden es que nada es divertido hasta que uno lo hace bien. Para ser bueno en algo hay que trabajar y los niños por sí mismos nunca quieren trabajar, por eso es crucial ignorar sus preferencias. Esto frecuentemente requiere fortaleza de parte de los padres, porque el niño se resistirá; las cosas son siempre más difíciles al comienzo, que es cuando los padres occidentales tienden a rendirse. Pero, si está bien hecha, la estrategia china produce un círculo virtuoso. Práctica tenaz, práctica y práctica; eso es crucial para la excelencia; la repetición está subvaluada en los Estados Unidos. Cuando un chico empieza a ser bueno en algo (sea matemáticas, piano, batear o ballet) él o ella obtienen elogios, admiración y satisfacción. Esto construye su confianza y hace divertida una actividad que no lo era. Así se vuelve más fácil para los padres hacer que el niño trabaje aún más.

Siguiendo esto que comenta Amy decidió enseñar a su hija Louisa de 7 años a tocar el piano y se lo tomó como una batalla en la que no cedería a la pereza ni a la compasión. Como ejemplo explica que cuando la niña encontró dificultades con una pieza musical y tras una semana de ensayo no lograba realizarla adecuadamente, la amenazó con regalar sus juguetes al Ejército de Salvación si no lo conseguía al día siguiente. La niña no lo consiguió (y desconozco si llevó a cabo su amenaza). Entonces recurrió a amenazarla sin almuerzo ni cena, sin regalos de Navidad, sin fiesta de cumpleaños y todo ello tras decirle que era una “haragana, cobarde, autoindulgente y patética”.

Según dice no son insultos, sino maneras de motivar. Se sentó con la niña y no la dejó levantarse ni para ir al baño. Después de diversos gritos y amenazas la niña consiguió completar la pieza sin fallos. Se sintió tan contenta por el logro que no la quiso dejar de tocar.

Esta experiencia hizo que la madre se sintiera convencida de que seguía el camino correcto a la hora de educar y por ello critica que los occidentales, por temor a afectar a la autoestima de nuestros hijos evitamos que descubran que son capaces de hacer cosas que no creen ser capaces de hacer.

Una de sus hijas se rebeló

Lo que para una de las niñas parecía ser un método infalible, pues se mostró dócil y (más o menos) receptiva, para la otra niña no. La hija pequeña se rebeló a las exigencias de su madre y ésta la definió como una niña desafiante desde su nacimiento con la que tuvo que luchar para doblegarla.

Esta lucha no supuso ningún problema para la madre, ya que según explica la madre china no teme ser odiada por sus hijos, pues siente que ella sabe lo que es mejor para ellos y por eso no atiende a sus deseos.

Qué piensan de su libro en China

Amy Chua no sólo ha desatado polémica en EEUU, sino también, y esto es lo más curioso del asunto, en China, donde se está luchando por cambiar un modelo educativo que presiona excesivamente a los niños, causando estragos en la personalidad de algunos de ellos hasta el punto de llevarlos al suicidio.

Vía | La Vanguardia
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