Los azotes no sirven para nada (III)

Los azotes no sirven para nada (III)
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Sigamos hablando de las razones por las que los azotes no sirven para nada. Educar a un hijo no es algo que termine a los tres, a los siete o a los once años. Los hijos seguirán necesitando de nosotros muchos años después y llegará un momento en el que los conflictos que tengamos, porque los tendremos, ya no podremos enfrentarlos con un azote o un cachete.

Si castigar físicamente o amenazar con hacerlo ha sido hasta ahora la forma en la que habíamos impuesto obediencia al niño o habíamos actuado en caso de no haberla obtenido, hay que tener muy claro que es un método efímero, y que tarde o temprano no podremos usarlo.

La cuestión es que si no hemos trabajado en otras fórmulas más empáticas de crianza y no estamos acostumbrados a dialogar nos va a costar doblemente conseguir esa comunicación. Si el niño además, está habituado a obedecer por miedo al cachete, cuando ya no lo podamos usar, nos vamos a ver sobrepasados.

Los azotes no sirven para educar

A un adolescente, si le pegas para que te obedezca, no te va a bastar darle en el culo un azote. Ya no servirá de nada ese método de corrección de conducta, más que nada porque la disyuntiva sería caer en el maltrato o jugarte que te la devuelva. Los cachetes no nos servirán cuando los niños crezcan, sobre todo porque cuando sean capaces de afearnos la conducta o tener fuerza para devolverlos, nos vamos a abstener de hacerlo.

Por no mencionar que pegarles es ilegal y que engendra una enorme carga de violencia y odio en la familia. Así que, dejando de un lado las inevitables cuestiones legales y morales, ¿para que empezar a pegar si sabemos que a la larga no va a servirnos para educar?

Un muchacho que ha crecido siendo corregido con azotes o cachetes, gritos e insultos, estará marcado por ellos, queremos reconocerlo o no. ¿Donde está el límite de lo aceptable y el maltrato?

Los límites aceptables de la violencia

Curiosamente no para todos nosotros estará en el mismo sitio, pero una cosa está clara, una vez se comienza a usar el correctivo físico leve más facilmente podremos "darnos permiso" para subir la intensidad. ¿Qué harás si no te hace caso con el primer cachete? ¿Darle otro y otro más fuertes?

Hay quien considera que un grito es válido, un golpe en la mano o en el culo flojo, un zarandeo, llevarlo casi arrastrando para que nos obedezca aunque grite, llamarle idiota o inútil, pegarle una torta... muchos de estos comportamientos siguen estando presentes en la vida familiar de muchas personas. El límite de la violencia que considera cada uno de nosotros aceptable es distinta, pero si no nos dotamos de herramientas para comportarnos de otro modo, es posible que vaya creciendo de intensidad a medida que vayan siendo poco efectivas las acciones previas.

El paso siguiente, decirle que no lo queremos y que es una mierda, encerrarle en la habitación, pegarle de manera concienzuda, eso ya no se justifica, pero el que esta violencia sea muy grave no hace que la otra sea inocua. Como os digo ¿si el primer cachete no hace efecto que vais a hacer, darle más fuerte?

La confianza se gana

A la larga, como he dicho, llegará una edad en la que la amenaza física no podremos usarla con nuestros hijos. Si no hemos cimentado un clima de confianza, respeto y escucha mutua entonces no tendremos una buena base para continuar educando y conduciendo. ¿A que recurrirás cuando ya no puedas darle cachetes?

Por todos estos motivos es mejor para ambos aprender a evitar el azote buscando, que las hay, otras formas de crianza y otras maneras de solucionar los conflitos, una manera de educar en la que seamos verdaderos ejemplos y nos comuniquemos sin recurir a ninguna, ni la más leve, violencia. Los azotes no sirven de nada, ¿los vamos a usar solamente porque no sabemos actuar de otra manera?

Aparte de todo, los niños merecen el mismo trato y respeto que damos a los adultos de nuestro entorno. No son inferiores a nosotros, ser sus padres no nos convierte en sus dueños ni nos da derecho a descargar tensiones con ellos, y mucho menos tenemos derecho a levantarles la mano. Como no lo hacemos con el jefe, el vecino o cualquier impresentable con el que nos crucemos. Si a ellos no los tocamos, ¿de donde ha salido la idea de que podemos hacerle eso a los hijos?

Los azotes, aunque nos los dieron de pequeños, no sirven para nada, y ser adultos no nos da derecho a resarcirnos con nuestros hijos repitiendo los errores de nuestros padres.

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