¿Qué falla en la escuela que conocemos?

¿Qué falla en la escuela que conocemos?
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Hace unos días hacíamos un repaso sobre la historia del nacimiento de la escuela tal y como la conocemos y, además, una exposición de las otras manera de aprender y enseñar que hemos usado los humanos a lo largo de nuestra Historia. Mi intención era exponer que la escuela que hoy tenemos no es ni la única, ni posiblemente ofrece la mejor manera en la que debemos plantearnos la formación de los niños de hoy para pasar ahora a hablar de los fallos de la escuela.

¿Quién decide lo que deben aprender los niños?

Una de las cuestiones que me gustaría animaros a pensar es sobre los contenidos. Temas, planteamientos y hasta los contenidos completos son algo previamente elegido, repetido año tras año y, a pesar de las reformas educativas, muy parecidos desde hace cien años. Los temas, la separación de asignaturas, cada unidad didáctica, apenas se perciben cambios desde, por lo menos, mi infancia. La mayoría de las decisiones sobre lo que deben aprender los niños se tomaron hace mucho y los cambios han sido pequeños.

El modo de enseñar, las aulas, los grupos de edad y, sobre todo, los planteamientos psicopedagógicos, en la práctica los cambios han sido minúsculos. Se sigue haciendo lo mismo sobre los mismos contenidos, a pesar de que el Informe Pisa, los organismos internaciones y hasta los especialistas más reputados insisten en que este modelo está obsoleto y no es el más adecuado.

Las reformas educativas, continuas, en los últimos años, parece que responen más a presiones económicas o a intereses políticos, pero ignoran los avances en neurociencia, biología, antropología, pedagogía, psicología del aprendizaje y el desarrollo. Es preocupante.

¿Qué está fallando?

Si hiciéramos una lista con los fallos del sistema de la escuela habría que incluir estos: no se atienden los diferentes estilos de aprendizaje, se minusvalora a los alumnos de Altas Capacidades que precisas metodologías adecuadas y no ampliaciones de contenido con el mismo enfoque, se abandona a los niños con necesidades de aprendizaje diferentes, se prejudica a los que son, al final, etiquetados como problemáticos, malos estudiantes o hiperactivos.

Pero sobre todo se falla en dos cuestiones vitales: la importancia del alumno como protagonista del aprendizaje significativo y el valor de las nuevas posibilidades tecnológicas, incluyéndolas como acompañantes del mismo método. Una cosa que llama la atención es que, mientras se prohiben los dispositivos móviles en los colegios, las TIC y los blogs de maestros son, en muchas ocasiones, una manera de poner en el ordenador el mismo tipo de contenidos y fórmulas que encontramos en el libro de texto.

La desconexión con las necesidades reales del alumnado y sus intereses son algo superfluo, pues parece que los que deciden sobre Educación creen saber lo que dentro de 10, 20 o 30 años se va a necesitar saber y saber hacer.

Empezar por el principio

Quizá antes de llegar a la situación de desmotivación y dificultades de comprensión y pensamiento crítico que percibimos en los adolescentes habría que comenzar por el principio. Pese al esfuerzo que se realiza en políticas de mejora educativa y a los largos años llenos de horas lectivas y deberes de los niños los resultados no son los esperados, y mi opinión es que, mientras en las etapas de Infantil (que es, en realidad, innecesaria como etapa educativa aunque se hace inevitable la escolarización en esas edades por razones socioeconómicas) y en Primaria no se trabaje con pautas más adecuadas al desarrollo infantil y al funcionamiento del aprendizaje, las dificultades continuarán.

Más que incluir o excluir asignaturas y distribuir las etapas educativas de una manera u otra habría que, realmente, modificar los métodos de forma profundísima. Introduciomos información parcelada y descontextualizada, valorando la adquisición a corto plazo de determinados contenidos escritos y a medio plazo, preparando pruebas semejantes a oposiciones destinadas a la adquisición de titulación. La Educación no es eso y realmente tampoco es eso lo que prepara para la vida y su cambiante realidad.

Además, los intereses de los niños, sus preocupaciones, su impulso, su deseo de investigar automotivado y la capacidad humana de contruir proyectos en grupo, son temas a los que se atiende, si se atiende, de manera siempre dirigida y orientada, al final, a resultados curriculares externamente impuestos. Y, aunque la programación y el diseño de objetivos es indispensable en materia educativa, no puede ser algo puramente dirigido y desconectado de lo que el educando desea descubrir y crear.

Algunas incongruencias de la escuela

La organización de la escuela como espacio, como estructura y como concepto parece estar justificada por su propia naturaleza como precursora y proveedora de educación, pero, la realidad es que muchas de las cosas que damos por sentadas como indispensables, tienen causas históricas, socioeconómicas o consuetudinarias, pero que son relamente negativas para el proceso normal y natural del aprendizaje.

Horarios, edificios, organización, grupos de edad, ratios, tiempos, sistemas de enseñanza, parcelación de contenidos, invasión del tiempo de ocio y familia... son algunas de estas incongruencias que convierten a la escuela, tal y como la conocemos, como realmente un sistema que entorpece el aprendizaje. De todos estos puntos, detalladamente, hablaremos en otra ocasión con más profundidad pues hay un último aspecto que querría destacar: la importancia del profesorado.

La importancia del profesorado

La sociedad no reconoce el valor de maestro y, los estudios y la profesión son escasamente valorados además de no trabajar en las mejores condiciones posibles, sobre todo en sus horarios y ratios en clase. Uno de los aspectos que más deberían cuidarse en la Educación es el dar valor a la profesión del maestro, pero no solamente de "boquilla" sino apostando por la formación, la mejora de condiciones, los sueldos y en la búsqueda de buenos profesionales desde el comienzo de sus estudios.

Además, si cada vez se les exigen más horas lectivas menor será el tiempo que puedan dedicar a programación y autoformación, cuando menos se invierta en formación permanente peor será su preparación para adecuarse a los avances y cambios y cuanto mayor sea el número de alumnos por educador menores serán las posibilidades de dar una atención personalizada o de realizar desdobles cuando sean aconsejables.

Con esto hemos terminado este breve repaso por los fallos de la Educación y la escuela que conocemos, y, más adelante, analizaremos aspectos concretos con más detalle.7

Imagen | Phil Roeder en Flickr En Bebés y más | "Tirar del hilo" del aprendizaje, Diez ideas para fomentar la creatividad de los niños, La clave de la creatividad

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