La emocionante pero amarga carta de una adolescente embarazada

La emocionante pero amarga carta de una adolescente embarazada
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Si tuviera una hija y a los quince años me dijera que está embarazada me sentiría culpable por no haber sido capaz de enseñarle mejor, por no haber logrado que fuera responsable de sus decisiones y su cuerpo y, como culpable, le daría mi apoyo en sus decisiones futuras.

Pero no debería hablar de mí, ¿qué importaría yo en ese momento? Debería hablar de mi hija y tratar de entenderla, algo que al parecer es una asignatura pendiente en la actualidad. Lo demuestra Georgia Hageman, una adolescente de 15 años, que ha escrito una carta con la intención de ayudar a todas las que se encuentren en su misma situación y, de paso, ayudar a entender qué está viviendo. Una carta muy emocionante, pero amarga a la vez, que podréis leer a continuación.

Quién es Georgia Hageman

Antes de dejaros con la carta, y para que os pongáis en situación, os cuento quién es ella. Georgia vive en casa con sus padres, Rob y Shelly, y con sus dos hermanos menores. El pasado mes de noviembre se enteró de que estaba embarazada.

Dejó la escuela secundaria y dejó a sus amigos para empezar el seguimiento en la Unidad de Padres Adolescentes. Ya no mantiene relación con el padre del bebé y a las 30 semanas tuvo que ser ingresada por amenaza de parto prematuro.

No lo ha tenido fácil, pero tiene el apoyo absoluto de sus padres y con 35 semanas de embarazo escribió esta carta, destinada a explicar sus sensaciones y sus sentimientos para ayudar a todas aquellas chicas que están viviendo algo parecido y que no tienen, quizás, el mismo apoyo.

Carta de una adolescente embarazada

A veces me miro en el espejo y me gustaría ver el cuerpo y la tripa de una chica adolescente normal. Que la ropa no tuviera tres tallas de más. Una cara que no estuviera hinchada y unos ojos que no se marcaran con ojeras por falta de sueño. Me gustaría no tener que aguantar a una espalda en constante dolor, sintiendo náuseas todo el día, con la necesidad de orinar cada cinco minutos, ni luchar por mantener la comida dentro y respirar sin inflarme, simplemente sentada viendo la televisión.

A veces me gustaría poder abrir la despensa, coger una loncha de jamón, ponerla en un poco de pan y ahogarla en la mayonesa. A veces deseo ser un chica normal de 15 años de edad, todavía aprendiendo a ser responsable de mí misma, y no de dos personas. Echo de menos poder dormir boca abajo, sobre mi barriga, no preocuparme por lo que estoy comiendo, por si voy a poner a mi hijo en peligro. Echo de menos estar en clase, el sonido de los alumnos en el chat. Echo de menos llevar un uniforme, los zapatos negros, echo de menos tener que levantarme a las 6:00 de la mañana, preparar mi mochila, coger el autobús con mis amigas y chismorrear.

Echo de menos a los profesores. Echo de menos a los estudiantes. Echo de menos los deberes. Echo de menos ser una adolescente. Tomé la decisión de crecer demasiado rápido, pero me pareció que estaba bien, porque todo el mundo lo estaba haciendo.

Hice lo que el profesor de salud me dijo que hiciera. Yo estaba con alguien a quien amaba más de lo que las palabras pueden explicar; Pasé cada minuto que pude con él. Compartimos una conexión como nunca había tenido con alguien. Dimos un paso hacia lo desconocido, y aquel fue el día en que mi vida cambió para siempre.

Me acostumbré a las miradas, los susurros y las miradas de disgusto. Y pensar que hubo un tiempo en que hubiera sido yo la persona que mirando a una niña con una barriga de mami pensara: “Oh, Dios mío... Debe tener una vida muy dura”.

Nadie jamás puede entender lo que una madre adolescente atraviesa hasta que no pasas por ello. Es tan fácil de decir que he arruinado mi vida. Es fácil decir que mi hijo va a tener una vida inestable, que voy a perder a todos mis amigos, que voy acabar trabajando en Countdown, que voy a ser una madre inútil que envía a su hijo a la escuela sin zapatos o sin almuerzo, porque estoy demasiado ocupada en Facebook y quejándome sobre el maquillaje.

Siendo una madre adolescente sigues siendo adolescente, pero te ves obligada a crecer. Es un instinto natural. Es difícil crecer tan rápido; esta es la etapa en la que debemos estar nerviosas por el estudio de los libros de matemáticas, por comer sano, porque quieres que te quepa un vestido que revele un poco bastante pierna. Pero en cambio, yo y otras madres pensamos en que tenemos que afrontar algo que nos dicen es la cosa más dolorosa que una mujer puede experimentar, estamos estudiando libros de parto y aprendiendo lo que necesita un bebé. Estamos comiendo saludable, porque parece que hay una lista interminable de alimentos que pueden poner a nuestros hijos en peligro y posiblemente les conduzcan a un futuro con problemas y dificultades, o a ningún futuro en absoluto. Estamos llevando ropa que cubra el cuerpo porque nos sentimos inseguras con nuestras brillantes estrías moradas y las partes del cuerpo hinchadas.

La mayoría de los días sería mucho más fácil darse por vencida, pero la verdad es que hay otro ser humano dentro de ti y tú eres su mami. Esa persona que te va a necesitar a las 2 en punto de la mañana, cuando necesite un cambio de pañal, la persona que va a necesitar mimos y cariño, que te va a mirar a los ojos esperando que le hagas sentir que todo va a ir bien.

No importa si tu mundo se está cayendo a pedazos y sientes como cada día que pasa está empeorando. Hay una vida que se apoya en ti, y no importa quién mire, qué juzgue, o qué diga, el hecho es que te vas a mantener firme junto a este niño. Ese es el éxito.

Echo de menos mi antigua vida a veces, pero mi papel en este mundo ha cambiado, y eso está bien. Ya no se trata de mí; se trata de mi bebé precioso con quien me reuniré en unas pocas semanas.

Cuando necesite cambiarse, voy a estar allí. Cuando necesite comida, voy a estar allí. Cuando juegue su primer partido de fútbol, yo estaré allí. Cuando llegue un certificado para ser una estrella, yo estaré allí. Cuando necesite un abrazo, yo estaré allí. Por difícil que haya sido este recorrido, Mason es la razón por la que he estado viviendo durante estos últimos nueve meses. Él es la persona por la que he sido fuerte y por la que he luchado, y voy a seguir haciéndolo. Mi edad ya no importa. Él me necesita y eso es lo que importa.

La próxima vez que vayan a juzgar a alguien acerca de su edad y de la situación, puedo decir segura al 100% que ellos ya saben lo que están perdiendo y saben que su vida nunca volverá a ser la misma que la suya. No es necesario recordárselo. Necesitan aliento para mirar hacia el futuro. Fijarse en los aspectos positivos de la vida. En las experiencias que les quedan por vivir ¡Hay tantas cosas que nos suceden que rompen nuestros corazones y nos dejan una sensación de vacío o nos hacen llorar de alegría! Ámate a ti misma, ama la vida y ama lo que estás haciendo, porque tú eres la única persona que puede hacer que cuente. No dejes que las miradas y susurros ganen, demuestra que están equivocados.

Sí, ya sé que no dice nada que no sepamos, pero en esa situación lo más fácil es sentirte culpable, sentirte expuesta y perder la seguridad en ti misma, dejando que las críticas calen hondo. A veces hace falta que nos recuerden que nuestra vida es solo nuestra y que nuestras decisiones tienen que ser tomadas, primero, teniendo en cuenta nuestro bienestar y el de nuestros seres más cercanos. No podemos actuar pensando en agradar a terceras personas y, sobre todo, no podemos actuar pensando en agradar a todo el mundo, porque es imposible. Hagamos lo que hagamos siempre, siempre, habrá quien encuentre un motivo para criticar. Así suele funcionar la sociedad: las personas necesitan encontrar motivos para despreciar o dar de lado al resto para sentirse así superiores y mejores. En vez de ver cómo pueden mejorar ellos, se dedican a ver de qué modo empeorar al resto. Triste. Patético.

Que esta lección la dé una chica de 15 años en un momento tan vulnerable dice mucho de ella y da que pensar. Ella misma lo dice, preferiría no estar en la situación en que se encuentra, porque echa de menos hacer todas las cosas que una adolescente debería hacer, pero está en la situación que está, ya no vale la pena mirar atrás, sino solo adelante, y sus últimas palabras lo dicen todo: "Ámate a ti misma, ama la vida y ama lo que estás haciendo, porque tú eres la única persona que puede hacer que cuente. No dejes que las miradas y susurros ganen, demuestra que están equivocados." Bravo.

Vía | Peques y más, NzHerald
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