El destino incierto de los embriones congelados

El destino incierto de los embriones congelados
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Tras un proceso de reproducción in vitro, hay embriones que no son utilizados y acaban almacenados mientras que muchas parejas no dicen cuál quieren que sea su destino. Entre un 10% y un 40% de parejas no dan su opinión, por lo que hay sólo en España decenas de miles de embriones congelados con destino incierto.

Además, el número no deja de crecer, dada la mayor demanda de este sistema de reproducción. Los óvulos deben guardarse congelados por si la pareja quiere tener más niños, a no ser que ya de entrada indique lo contrario. Las opciones son: guardarlos, donarlos para investigación, para adopción o que se destruyan.

En los casos en que la pareja no se posiciona ni en cinco años dice qué hacer con los embriones, la ley de reproducción estipula que los comités clínicos deben decidir qué hacer, convirtiéndose en responsables de su destino. Pero la realidad es que no lo hacen, con lo que muchos centros acumulan embriones sin un destino y sin fecha límite.

El temor a que la pareja vuelva en el futuro buscando los embriones, entre otros, hacen que los responsables de los hospitales acumulen los embriones, comprando contenedores de nitrógeno líquido para poder dar cabida a las decenas de miles de embriones congelados con destino incierto.

La investigación es una opción interesante y yo creo que es por la que me decantaría, aunque en ocasiones no hay proyectos específicos a los que donar los embriones. La adopción también resulta exitosa, aunque como la ley española señala que sólo podrán ser adoptados embriones de mujeres menores de 35 años, la gran mayoría se quedan fuera de esta posibilidad.

En cuanto a destruir los embriones, es la opción menos escogida cuando los padres se posicionan (10%), y entre los profesionales médicos existe un doble motivo por el cual no optan por esta decisión. Por un lado, a pesar de que la ley lo permite, existen reticencias y un temor a las reacciones de los grupos conservadores y religiosos.

Por otro lado, la ley estipula que la destrucción no se podrá llevar a cabo hasta que la mujer haya completado su edad reproductiva. Es decir, aproximadamente hasta que se encuentre alrededor de los 50 años. Y que esto deberá certificarse por dos médicos ajenos al centro que los guarda. Es complicado de hacer cuando las parejas no responden.

Los profesionales médicos señalan que las parejas deberían ser más responsables en estos casos y tomar una u otra decisión, porque desentenderse de los embriones congelados puede llegar a resultar un problema en unos años. Las leyes también deberían favorecer los distintos usos de estos embriones.

En definitiva, debería favorecerse que el destino incierto de los embriones congelados dejara de serlo, y darles utilidad o destruirlos según los intereses, necesidades o conciencia de los padres, que encuentran en esta decisión una comprensible dificultad.

Vía | El País
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