Cuando te dan el pésame por tu bebé

Cuando te dan el pésame por tu bebé
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Ayer viví una situación inesperada, inaudita y que me dejó bastante perpleja hasta que comprendí. Imagino que, los que tenéis bebés, os habréis encontrado en el caso de que personas desconocidas se acercan a ver al recién nacido, a decirle algún piropo, preguntar cuánto tiempo tiene o cómo se llama y en ocasiones pues hasta te dan la enhorabuena.

Yo me siento un poco incómoda con ello, precisamente porque son personas desconocidas. Pero lo que me pasó ayer creo que ya sobrepasa los límites de la educación. Iba por la calle con mi bebé de mes y medio y con mi hija de casi dos años, y la repartidora de correo, a la que no había visto antes en mi vida, se cruzó en mi camino y se asomó al carrito para ver al bebé.

Sus palabras fueron algo así como: “¡Ay qué pequeñita, ¿cuánto tiempo tiene?” Le respondo pensando que por qué me tengo que parar… Entonces, mira a mi hija mayor y suelta tan ancha “¡Madre mía! Te acompaño en el sentimiento…“. Debio de ver mi cara de perplejidad porque al momento y ante mi silencio continuó: yo tuve a dos así de seguidos y bla bla bla, bla bla bla… contándome supuestas penurias.

Entonces comprendí: se había encontado bastante agobiada con el cuidado de sus dos hijos tan pequeños, y consideraba una desgracia esa poca diferencia de edad. Pero me pareció un comentario de muy mal gusto, y no quiero ni pensar si me la hubiera cruzado un mes atrás, con la revolución hormonal y la sensibilidad a flor de piel, cuando todo te parece cuesta arriba, probablemente me hubiera echado a llorar en su cara.

Afortunadamente ahora puedo esquivar la osadía, que no me parecería tanta si, como seguramente también habréis vivido, algún amigo con hijos os cuenta sus experiencias: “ya verás, todo te cambia, no hay tiempo para nada, hace años que no piso el cine…”. Y es que los que somos padres nos creemos en el derecho de “advertir” a los novatos de cómo lo hemos vivido en nuestro caso (aunque muchas veces no se repite en los otros), pero hay formas y formas de decirlo, y tambiés es una cuestión de confianza.

Pero de esas “advertencias” graciosas y resignadas (que también habría que suprimir por completo durante el puerperio) a dar el pésame, cuando tú crees que tener un hijo es lo más bonito que te puede pasar, aunque nadie dijo que fuera fácil, pues hay bastante diferencia… Incluso, si hubiera sido un amigo el que me hubiera acompañado en el sentimiento, me hubiera parecido menos extraño y le hubiera respondido en tono bastante humorístico, algo que la perplejidad y la ofensa me impiden en el caso de una persona a la que no conozco.

La cartera probablemente pensaría que soy una antipática porque ante mi sonrisa de circunstancias y mi silencio no había otra opción que seguir nuestro camino, cada una por su lado. Y seguro que no se vuelve a parar a decirme nada si nos cruzamos de nuevo. Ni de buen, ni de mal gusto como es dar el pésame por uno, dos o los bebés que sean...

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