Historias de padres: "siempre estás aprendiendo cosas de tu hijo"

Historias de padres: "siempre estás aprendiendo cosas de tu hijo"
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Hoy estrenamos nuestra nueva edición de Historias de padres con un conmovedor relato. Es la historia de Angel, padre de dos niños muy esperados, Nicolás y Ariadna, quienes han llegado a su vida para enseñarle el mundo a través de sus ojos y de los cuales aprende cosas cada día.

Animamos a los papás que quieran compartir con nosotros su historia como ha hecho Angel, a que enviéis vuestro relato (entre 5 y 8 párrafos) a historiasdepadres@bebesymas.com con una o dos fotos (min. 500 pix de ancho) en la que salga el padre junto a su hijo o hijos.

Dicho esto, conozcamos la historia de Angel:

Me llamo Angel, estoy casado desde el 2001 con Eva. Desde el 2002 intentamos ser padres, sin éxito al principio. En noviembre de 2004 tuvimos un aborto de dos meses. En 2005 decidimos buscar ayuda en un centro de reproducción asistida. Ese verano nos sometimos a una inseminación artificial, sin éxito.

En enero de 2006 nos fuimos a otro centro, ya que el primero no nos convenció. Así, en enero y febrero de 2006 nos sometimos a dos inseminaciones más, sin éxito.
En el centro nos recomendaron hacer una fecundación in vitro, proceso más costoso y más desagradable, por la cantidad de pruebas y medicación que la mujer tiene que soportar. Decidimos tomárnoslo con calma, nos fuimos a París en marzo para despejar la mente un poco, ya que estos procesos son un poco agotadores psicológicamente. En mayo comenzamos con las pruebas (mi mente ha decidido olvidarlas) y cuando nos íbamos a hacer una primera FIV, de repente, de manera natural, mi mujer se quedó embarazada.

El día que se hizo el test fue el más feliz de mi vida hasta ese momento. De inmediato se lo contamos a la familia y amigos más próximos, yo no podía mantenerlo en secreto. Los primeros meses de embarazo fueron duros, mi mujer estuvo de baja por riesgo de perderlo, de hecho en la primera eco eran mellizos y uno se quedó en el camino, quien sabe si fortaleciendo a su hermano.

El 15 de febrero de 2007 nació nuestro primer hijo, Nicolás. El momento en que la matrona me lo puso en brazos no se me olvidará nunca, aún me emociono si pienso en ello. Le miré y lo primero que se me vino a la cabeza fue: “¡pero si eres igual que yo!”. Tuve mi media hora a solas con él, le hablé y le acaricié hasta que llegó la primera visita, creo que mis padres. Básicamente en esa media hora le hice un resumen de todo lo que sentía por él. Lo que sientes al verle por primera vez es algo que nunca había sentido, y que por mucho que te lo cuenten, hasta que no vives el momento no lo puedes imaginar.

Nico ya tiene 3 añitos, es un niño muy despierto y muy inteligente (como cualquier padre diría de su hijo) y tiene un carácter realmente fuerte, heredado claramente de sus padres.

Para mí ser padre es una experiencia siempre enriquecedora, a menudo gratificante y, en contadas ocasiones, algo frustrante. Siempre estás aprendiendo cosas de tu hijo y él de ti, aunque se supone que es el padre el que más enseña, un niño de 3 años sabe latín y es muchas veces sorprendente las cosas que te cuenta y los recuerdos que tiene. Pregunta continuamente y a veces te pone en aprietos, de los que hay que salir como se puede, con imaginación. Y hay ocasiones en que no sabes cómo actuar, así que lo que intento es tener paciencia, no hacerle demasiado caso cuando se coge una rabieta o pide “imposibles”. No siempre lo consigo, aunque voy aprendiendo.

Después, en agosto de 2009, llegó Ariadna, así que soy padre de las dos criaturas más maravillosas que he visto. Por circunstancias de la vida, desde que nació estoy cuidando de ella. Es una bebita de casi 7 meses, tranquila, alegre, muy cariñosa y muy gritona, casi siempre de alegría. Es una maravilla poder verla crecer día a día, ver cómo avanza tanto físicamente como en conocimientos.

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