Cosas para las que no estás preparado cuando eres padre. Parte II

Cosas para las que no estás preparado cuando eres padre. Parte II
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Continuo con mi soliloquio virtual sobre aquellas cosas para las que no estás preparado cuando eres padre, por muchos libros que leas.

Si no es así, es el fin del mundo

Podríamos decir que la gestión de las frustraciones por parte de los más pequeños no es su punto fuerte. Creo firmemente que dentro de cada niño conviven el Dalai Lama y un paciente escapado de un frenopático. Y nunca sabes quien está de guardia. Su capacidad de pasar de cero a cien es impresionante y te deja completamente descolocado.

Tu vienes estás acostumbrado al trato entre adultos, en el que uno va aguantando y aguantando y el vaso se va llenando, hasta el día en que el vaso se llena y tu estallas. Bueno, pues en un niño es como si tiraras el vaso a una piscina, lo que tarda en llenarse es lo que tienes de margen para rectificar tu error.

Y no te creas que esto va a ser un cabreo que se soluciona con un par de voces y un portazo, no. Para tu hijo el vaso se ha volcado y eso es el final, el fin, el apocalipsis del bebé, el mundo se acaba y se acaba ya mismo. Y es que las primeras veces te quedas paralizado y no sabes si le has pisado, pellizcado, si le está dando un cólico o le ha mordido un tejón. Le coges, le miras por todas partes a ver si sangra en alguna parte, e iluso de ti, hasta intentas que te dé una explicación razonada de los hechos, contada por un bebé de 11 meses.

Y tan rápido como el mundo avanzaba hacia su autodestucción, este frena, se sacude el polvo, seca sus lágrimas y sigue jugando. Y te miran con esos ojos tan claros como diciéndote, ¿has visto que piedra más bonita? Y tu al borde de un ataque cardiaco no sabes si vas a llegar vivo al verano. Pero intuyes que desde luego, con estos sustos lo llevas complicado.

Los regalos pegados con cola

Hay una forma muy sencilla de saber si un regalo le ha gustado a tu hijo o no. Si no se lo quita ni para dormir y está dispuesto a meterse dentro de la lavadora con tal de no separarse de él es que habéis acertado con el regalo. Ahora sólo queda saber como acertar a despegarle de él al menos en el baño.

El complejo de urraca

La urraca es un pájaro que tiene la costumbre de coleccionar cosas brillantes. Eso mismo es lo que pasa con tu hijo, si algo brilla él se verá irremediablemente atraido hasta el objeto, si además de brillar tiene sonido la atracción es doble y si puede pulsarse, estás perdido.

La elección del Chambelán

Uno de los privilegios de los que se goza en esa tierna edad es el permitirse elegir quién o qué les ayuda en sus quehaceres mundanos y así cada día una nueva elección. Y así tenemos típicas escenas familiares como: - Ven que te pongo los zapatos. - No, mamá. - Pero si siempre te los pongo yo - ¡No! Mamá. - Mamá no puede ponerte ahora los zapatos. - Sólo mamá. Tu no. ¡Tu fuera! Y así comienza la versión infantil del "contigo no bicho" y tu te quedas pasmado viendo la que te monta el peque como intentes siquiera acercarte a él con un zapato. - ¡Que mamá no puede, que está desactivando un artefacto explosivo! - Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! O lo que es lo mismo, el mundo ya puede pararse que a mi sólo me pone los zapatos mi madre.

¿Y ahora a qué me dedico yo?

Ah, pues es verdad. Si que se rompe, si

Ahora entiendo por qué en la época mía y de mis padres los juguetes eran metálicos o de madera maciza. Y es que hace una gracia tremenda que sigan teniendo una garantía de dos años. ¿Dos años? ¡Ni dos meses! Los únicos juguetes que han durado más de dos años han sido aquellos a los que no les han hecho ni caso. Y aún el mayor tiene un pase, pero al pequeño le duran menos los juguetes que las uniones entre famosos.

El localizador infalible para todo aquello que no quieres enseñar en público

Una de las cosas que no aprendes, también porque nadie te avisa hasta que es demasiado tarde, es a revisar el bolso o los cajones del salón para retirar cualquier objeto comprometedor. Porque si hay una cosa segura, es que las pertenencias de tu bolso tarde o temprano van a aparecer repartidas por el sofá del salón como si hubieran sido decomisadas en una redada policial.

La última de las ocurrencias en casa fue la de forrar las paredes del baño con compresas. Y el problema no es que lo hagan, el problema es que sea tu suegra la que te avise del estado del baño.

Dejar tu espíritu crítico para la intimidad de la pareja

Esa vecina que es más cansina que una vaca en brazos, ese tendero que le canta el sobaco más que un remolque de cebollas, el cuñado que se bebé siempre tu mejor vino, etc. Todo eso está muy bien, pero es mejor que no lo compartas con nadie delante de tus hijos porque tienes un 90% de probabilidades de que el niño lo suelte delante del susodicho a la primera de cambio. Ve preparando una salida más o menos honrosa para estos casos.

Ellos no duermen, ellos se desconectan

El sueño profundo de los bebés es lo más parecido a la fosa de las Marianas que podrías encontrarte, no es que sea profundo, es que es insondable. Sólo hay un problema y es que es probable que ese sueño sólo dure media hora. Quizás incluso menos. Pero mientras dura puedes dejar al crío encima de las pantallas acústicas de un concierto de rock que no va a despertarse. ¿Sera quizás por lo cuál después de trasnochar se levantan a las seis de la mañana como si hubieran dormido tres días seguidos?

Estos han sido algunos ejemplos y como ya sabemos, cada niño es un mundo, así que es posible que nada de esto te haya ocurrido o te vaya a ocurrir a ti. Espero al menos hayas pasado un buen rato.

Foto | brokinhrt2

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