Dormir ocho horas de un tirón, sin despertarme, es ahora mismo uno de mis sueños (valga la redundancia) más deseados.
Un estudio realizado en Inglaterra que se dedicó a analizar el tiempo de sueño que perdemos los padres con bebé menores de un año, calculó que nos privamos al menos de 90 minutos por noche, es decir, una noche entera de sueño por semana.
Tengo conocimiento de causa sobre el tema. Así que voy a aplicarlo a mi caso particular.
Hace aproximadamente nueve meses, los últimos dos de embarazo más los siete que tiene mi beba, que no duermo seis horas seguidas.
Haciendo un cálculo rápido duermo unas cinco horas por noche. O sea, que si consideramos una noche de sueño normal de ocho horas, en los últimos nueve meses, he perdido un mes y tres días de sueño.
El estudio no me alienta demasiado, pues asegura que, como promedio, durante el primer año de vida del bebé, los padres perdemos dos meses completos de sueño.
Quiere decir que todavía me quedan muchas horas de sueño perdido por delante.
Ya serán recuperadas, me iré cobrando dos horas extra de sueño por noche durante el próximo año.
Porque si me las cobro todas seguidas, lo único que podrá despertarme, como a la Bella Durmiente, será el beso de un príncipe.
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