Cuatro de cada diez jóvenes españoles están expuestos desde etapas muy tempranas a factores de riesgo cardiovascular que son potencialmente modificables y que tendrán un efecto negativo sobre su salud, tanto a corto como a largo plazo.
Los factores de los que hablo son el sobrepeso (que padecen el 26% de niños españoles de entre ocho y 17 años), y la obesidad (que afecta al 12,6%). Existe una estrecha relación entre obesidad y enfermedad cardiovascular, por este motivo su control y evolución se ha convertido en un aspecto prioritario para lograr evitar muertes prematuras y una mayor morbilidad.
El análisis de las variables sociodemográficas en esta problemática revela que las cifras de sobrepeso y obesidad son mayores en niños de menor edad (hasta los 13 años) que en la adolescencia. Se observa una ligera mayor prevalencia en niños respecto de las niñas. Además, yo tengo que recordar, que la Fundación Thao, ya nos ha hablado de que esta problemática puede aparecer incluso cuando los niños son aún más pequeños.
Si comparamos estos resultados con los de otros países, el profesor Sánchez-Cruz (de la Escuela Andaluza de Salud Pública) señala que, 'en relación a los demás países europeos, España presenta valores de los más altos o incluso similares a los de Estados Unidos, paradigma de la pandemia mundial de la obesidad'.
Es evidente que los padres desempeñan un papel muy importante en la prevención de estas enfermedades, o en su mantenimiento. Y efectivamente, según el estudio que ofrece los datos que hoy os presento, además de la concienciación y voluntad de los progenitores, se observa que a menor nivel de estudios, mayor es la prevalencia de obesidad y sobrepeso en los niños.
Aunque yo personalmente creo que la formación en temas sanitarios se puede adquirir independientemente del nivel de estudios de los padres
El Estudio se ha publicado en la Revista Española de Cardiología, y ha sido realizado por la Escuela Andaluza de Salud Pública. En la comunidad científica predomina la hipótesis de que este aumento se debe a la rotura del equilibrio energético que padecen las personas de las sociedades occidentales.
Es decir: se ha incrementado la disponibilidad de alimentos, a veces de peor calidad (los altamente energéticos, la denominada “comida rápida” o “comida basura”), y por otro lado, en las sociedades urbanas ha disminuido el nivel de actividad física, tanto en el trabajo como en el tiempo libre y ahora somos más sedentarios. Esto es lo que llamamos desequilibrio energético.
La solución pasa por modificar los hábitos de vida actuales y cambiar el medio ambiente físico y social para que sea propicio a la realización de conductas saludables
Al parecer, entre los años 2000 y 2012, en España las estimaciones de la prevalencia de sobrepeso infantil y juvenil se han estabilizado, aunque es cierto que en valores demasiado alto. Por lo tanto urge aumentar la labor de concienciar, y trabajar para conseguir reducir las tasas.
'Es necesario diseñar e implementar nuevas políticas de salud pública que velen por la disminución de este problemático, pero afortunadamente modificable, factor de riesgo y que garanticen la prevención de las enfermedades cardiovasculares, sobre todo en la edad escolar'.
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