Julio Basulto: está demostrado que el ejemplo de los padres es un arma poderosa frente a la publicidad de 'alimentos' infantiles

Julio Basulto: está demostrado que el ejemplo de los padres es un arma poderosa frente a la publicidad de 'alimentos' infantiles
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Julio Basulto

Os prometimos que entrevistaríamos a Julio Basulto, y aquí lo traemos, es autor de ‘Se me hace bola’, libro que tiene como objetivo presentar una visión holística de la alimentación infantil, poniendo especial énfasis en el respeto a las necesidades de los pequeños y la importancia de una alimentación saludable y equilibrada.

Los contenidos del libro son novedosos en cuanto a que contiene una completa información sobre la alimentación en todas las etapas de la niñez, pero de una forma sencilla y fácil de adaptar en nuestros hogares, y sobre todo sin el encorsetamiento de consejos y fórmulas imposibles que encontramos en otros textos.

Julio es diplomado en nutrición y alimentación humana, ejerce funciones como docente, miembro de distintos grupos especializados, y sobre todo como padre de tres niñas. Le propusimos a él la entrevista, pero encontraremos respuestas con una clara influencia de su mujer (que también es dietista y nutricionista). Olga Ayllón es ‘la máxima autoridad en la alimentación de las pequeñas’.

Hemos indagado en algunos de los aspectos más relevantes del libro, y aunque nos hemos dejado fuera la importancia de lactancia materna que ocupa una parte considerable de sus páginas, os aseguramos que vale la pena leer sus opiniones sobre unos temas que seguro os interesarán.

La dieta de nuestros niños y adolescentes se caracteriza por un exceso de carnes, embutidos, lácteos y alimentos con alta densidad energética, como productos de bollería y bebidas carbonatadas (ricos en grasas y azúcares refinados, respectivamente) y por un déficit en la ingesta de frutas, verduras y cereales

Peques y Más.- ¿A qué son debidos los cambios nutricionales en los niños españoles?

Julio Basulto.- A una larga lista de factores englobados en lo que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) denomina “transición nutricional”, una serie de modificaciones cuantitativas y cualitativas en la alimentación, relacionadas con cambios económicos, sociales, demográficos y con factores de salud. Ello está íntimamente relacionado, según la AESAN, en que la dieta de nuestros niños y adolescentes se caracterice por “un exceso de carnes, embutidos, lácteos y alimentos con alta densidad energética, como productos de bollería y bebidas carbonatadas (ricos en grasas y azúcares refinados, respectivamente) y por un déficit en la ingesta de frutas, verduras y cereales”..

Un factor importante, además, es el sedentarismo, cada vez más frecuente. Sabemos a ciencia cierta que a más sedentarismo, peor calidad de la dieta, y viceversa. Aunque uno de los factores clave es, sin duda, una fuerte presencia (que bien podría denominarse “invasión”), de productos alimenticios “ultraprocesados”, ricos en energía, azúcares, grasas y sal. Ello va de la mano de una ubicua publicidad de tales “sustancias comestibles”, que inunda escuelas, guarderías, supermercados, lugares de juego, consultorios y servicios de atención familiar y pediátrica, televisión, Internet y muchos otros entornos.

PyM.- ¿Crees que ha empeorado el conocimiento de la alimentación saludable en los padres actuales respecto de aquellos que criaban niños hace 40 años? ¿Cuál crees que es la razón de que nos seduzcan tanto los consejos de 'expertos' frente al sentido común y la observación de las necesidades de nuestros hijos?

J.B.- Yo creo que el conocimiento de los padres sobre qué es o qué no es una dieta sana sigue siendo igual de insuficiente, pero ahora la oferta de “comida basura” es mucho más omnipresente (y además, barata), por lo que los padres tienen muchas más posibilidades de “alimentar” a sus hijos con comida que no es exactamente comida. Los mensajes de salud (en muchos casos ilegales) que acompañan a dichos “alimentos” no ayudan, desde luego, a mejorar los conocimientos nutricionales de los padres, eso seguro. En cuanto a la razón por la que nos seducen tanto los consejos de algunos autodenominados “expertos” es porque, en general, queremos soluciones rápidas y que no supongan cambios de hábitos o rutinas.

PyM.- ¿Una alimentación saludable reduce las posibilidades de contraer enfermedades no transmisibles en la población?

J.B.- Sí, por supuesto. Pero, como sabes, tal y como he detallado en el libro, prefiero enfocarlo al revés: una dieta insana incrementa las posibilidades de contraer enfermedades no transmisibles. El Informe sobre la situación global de las enfermedades no transmisibles de la OMS detalla que dichas enfermedades, claramente relacionadas con una alimentación desequilibrada, no sólo son la principal causa de muerte, sino que además cada vez son más frecuentes.

Las más relacionadas con la alimentación son las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes, pero hay muchas más patologías implicadas. Aunque el efecto perjudicial de una dieta insana sobre el riesgo de contraer tales enfermedades es a largo plazo (que nadie vaya a pensar que por tomar un día una bebida azucarada va a desarrollar un cáncer), lo cierto es que más de la mitad de las calorías que tomamos hoy los españoles provienen de alimentos “altamente procesados”.

Uno de los factores clave en el cambio nutricional de los niños españoles es, sin duda, una fuerte presencia de productos alimenticios “ultraprocesados”, ricos en energía, azúcares, grasas y sal. Esta presencia va unida a la publicidad de estas “sustancias comestibles”, que inunda escuelas, guarderías, supermercados, lugares de juego, consultorios y servicios de atención familiar y pediátrica, televisión, Internet y muchos otros entornos

PyM.- Y ¿qué me dices de la 'mala dieta'?. Tu afirmas que los supermercados están cada vez más invadidos por sustancias insanas y más faltos de ‘comida’, ¿es posible resumir en pocas líneas todos los 'alimentos' que aportan calorías vacías? (o al menos darnos pistas para que sepamos detectarlos).

J.B.- Pues se me ocurren estos dos consejos para detectar a dichos “alimentos”:

  • Si necesita anunciarse en televisión para que lo compremos, mala señal, seguro que tiene mucha grasa, mucha sal, mucho azúcar…o las tres cosas a la vez.

  • Si viene acompañado de una declaración de salud (“con omega-3”, “bajo en grasas saturadas”, “mejora la inmunidad”, etc.), es muy posible que se trate de un alimento superfluo que necesita de ese comodín para convencernos de sus bondades.

¿A que no hace falta ningún “experto”, ningún anuncio, ninguna promoción, ningún descuento, ningún regalo, ningún famoso ni ninguna declaración de salud para que sepamos que la fruta entera, las hortalizas, las legumbres o los frutos secos son la mar de saludables?

PyM.- Mencionas la laxitud en el Código PAOS, y yo me pregunto cuán desprotegidos estamos los padres conscientes ante la influencia de la publicidad de alimentos sobre los niños, ¿cómo hacemos para anteponer la salud de nuestros hijos a los beneficios de la industria? ¿qué poder tiene la educación que reciben en casa los niños?

J.B.- Estamos muy desprotegidos, sin duda. Las técnicas de marketing utilizan personas famosas, ídolos infantiles u otros personajes populares entre los niños (reales o ficticios), e incluyen patrocinios, mensajes de correo electrónico y de texto a través del teléfono móvil, actividades filantrópicas vinculadas con la promoción de una marca y un largo etcétera que abarca, según la OMS “innumerables conductos y mensajes”. Las principales empresas de alimentos y bebidas utilizan hoy, además, las redes sociales (Facebook, YouTube, Twitter, etc) muy frecuentadas por niños y jóvenes.

Pero los padres tenemos mucho poder sobre esta presión. Para empezar, debemos tener presente que nuestro propio ejemplo es el arma más poderosa: está demostrado que mediará muchísimo más que cualquier otra influencia externa.

Nuestros hijos se tragan miles de anuncios de alimentos insanos al cabo de año. Así que los padres debemos actuar. Podemos estar junto a ellos cuando ven la televisión o navegan por Internet, es conveniente además evitar la utilización de estos medios como niñeras electrónicas: cuanto más nos relacionemos con los pequeños 'cara a cara' mejor

PyM.- ¿Es suficiente que los padres 'prediquemos con el ejemplo' y pongamos al alcance de los niños comida sana?

J.B.- Es muy importante, aunque, como hemos visto, la inmensa oferta de alimentos insanos y la presión publicitaria van a ponernos el asunto bastante difícil. Nuestros hijos se tragan miles de anuncios de alimentos insanos al cabo de año. Así que conviene que tomemos “cartas en el asunto”. Podemos estar junto a ellos cuando ven la televisión o cuando navegan por Internet (cuando hacen “clic” en un video de Youtube, por ejemplo, es muy probable que aparezca un anuncio de comida insana).

Debemos evitar utilizar la televisión o Internet como "niñera electrónica": no más de media hora diaria en mayores de tres años y no más de una hora a partir de los siete años (en menores de 2 años, es mejor que no la vean, tal y como reconoce la Academia Americana de Pediatría) y deberíamos impedir que tengan un aparato de televisión o un ordenador en su propia habitación. Cuanto más juguemos con ellos “cara a cara”, mejor.

PyM.- En tu libro ofreces una larta lista de alimentos a excluir de la dieta de nuestros hijos. ¿Se admiten excepciones? (lo digo porque entre ellos están algunos que son bastante comunes en los hogares como la mermelada, el bizcocho, las magdalenas, los flanes...); y por cierto ¿considerarías igual de 'insano' un helado hecho en casa que uno comprado en la gran superficie?

J.B.- Se admiten excepciones, desde luego. Pero la realidad es que la gran mayoría de las calorías que toman nuestros hijos provienen de alimentos ricos en azúcar, grasa y sal. La mermelada es 50% azúcar, el bizcocho, las magdalenas o los flanes son alimentos ricos en grasa y azúcar, sean o no caseros. Si a nuestros hijos los alimentamos a diario con esos alimentos (es lo habitual), les hacemos un flaco favor. Como tales alimentos tienen muchas calorías, sacian su apetito con ellos y no ingieren “comida”.

En cuanto a un helado hecho en casa o uno comprado en una gran superficie, pues lo cierto es que nutricionalmente son prácticamente iguales. Que su consumo sea ocasional. Lo prefiero casero, pero no porque sea más sano, sino porque es más cercano al niño, más suyo, porque lo han elaborado las manos de alguien que le quiere. Pero la frecuencia de ingesta de dicho helado, insisto, debería ser baja…y no lo es…en la mayor parte de casos.

Julio y Olga
Julio Basulto y Olga Ayllón

PyM.- ¿Crees que hemos complicado mucho la tarea de nutrir a los niños? ¿demasiadas normas por una parte y mucha dejadez en lo tocante a los alimentos que les damos?

J.B.- Sí creo que les damos muchas normas y sí creo que tenemos mucha dejadez…, pero no tanto en los alimentos que les damos (que también) sino sobre todo en el ejemplo que les ofrecemos. Si miras a tu alrededor, verás cuántos padres que presionan a su hijo para que se acabe la merienda, resulta que llevan un cigarrillo en la mano, cruzan en rojo el semáforo que hay junto al colegio, beben alcohol delante de las narices del niño y toman a diario bebidas azucaradas (mal llamadas “refrescos”). Hace poco presencié cómo una madre forzaba a su hija para que se tomara un bocadillo mientras que ella (la madre) se comía un croissant cubierto de chocolate. La niña quería el croissant, lógicamente, pero la madre erre que erre con que se tenía que tomar su bocadillo. Espantoso.

PyM.- Me ha gustado mucho que tengas en cuenta la responsabilidad de los niños de más de dos años en su alimentación, cuéntanos brevemente cómo les podemos permitir participar.

J.B.- Me alegra que te haya gustado. La responsabilidad del niño, tenga la edad que tenga, recae en decidir qué come, cuánto come y cuándo come de lo que los adultos ofrecemos. ¿Podemos permitirle participar en lo que le ofrecemos? Desde luego, pero nosotros decidimos en última instancia qué entra en nuestra casa y qué hay en los armarios. Los niños, rodeados como están de comida basura, es muy probable que nos presionen para que llenemos el congelador de helados, la nevera de postres lácteos y la despensa de “cremas de cacao con avellanas” (cuyo contenido en avellanas es birrioso, dicho sea de paso).

Es decir, nosotros le ofrecemos una dieta sana, y él decide si quiere comer, cuánto quiere comer y qué quiere comer, sin olvidarnos de predicar con el ejemplo (ya sabes: evitamos seguir una dieta insana, huimos del tabaquismo y del sedentarismo, y recordamos lo que dice la OMS sobre el alcohol: “cuanto menos, mejor”).

Los padres tenemos mucha dejadez en los alimentos que les damos a nuestros hijos y también respecto a nuestro propio ejemplo

PyM.- Respecto a los alimentos que sólo aportan calorías vacías: 'no ofrecer, no negar'. ¿Cómo adoptamos la consecución de este binomio?

J.B.- Supongo que te refieres a si no sería mejor negarles tajantemente que coman alimentos superfluos. Mi mujer y yo preferimos “bordear” el asunto, es decir, evitamos que caigan en su ángulo de visión tales alimentos. Si ven dichos alimentos y nos los piden, pues primero cambiamos de tema, nos hacemos los despistados, pactamos un día a la semana para tomarlos (“los domingos un helado” – y lo tomamos todos -) o estrategias similares. Pero si insisten, pues se los damos y ya está. Las negaciones rotundas hay que reservarlas para la llave del gas, los cuchillos, los enchufes (que deberían estar protegidos) y demás peligros.

Sabemos (y, de hecho, está documentado) que negar a un niño de forma repetida que tome comida insana, hace que al niño se le despierte un excesivo interés por ella, y es muy probable que acabe sobreingiriéndola a medio o largo plazo. Es decir, a la que tiene oportunidad, toma una ingente cantidad de alimentos superfluos, posiblemente a causa de nuestra negación tajante de que los ingiera.

Imagínate que me olvido mi agenda en tu casa. Tú me llamas diciendo que la has encontrado y yo te contesto que ahora mismo voy a por ella, pero también te digo esto: “sobre todo, no la abras”. Seguro que te cuesta horrores resistir la tentación de abrirla, y eso que eres una adulta responsable y respetuosa. Algo así le pasa a un niño al que le decimos “no quiero que comas galletas”, pero tenemos un armario con decenas de ellas, con la diferencia de que él es un niño, curioso, inquieto, despierto, un investigador nato.. Como he comentado antes, nuestra despensa no debería tener tales “sustancias comestibles”, y así nos evitamos vernos en este difícil brete a diario.

El Informe sobre la situación global de las enfermedades no transmisibles de la OMS detalla que dichas enfermedades, claramente relacionadas con una alimentación desequilibrada, no sólo son la principal causa de muerte, sino que además cada vez son más frecuentes

Por nuestra parte hemos finalizado la entrevista y queremos agradecer a Julio y a Olga (sabemos de su influencia en las respuestas, y también en la redacción de ‘Se me hace bola’) que nos hayan ayudado a clarificar algunas ideas sobre alimentos insanos, publicidad de ‘alimentación infantil’ y responsabilidad de la familia en la nutrición de nuestros hijos.

Ha sido un placer tenerlos con nosotros, espero sinceramente que su mensaje llegue a muchas familias para que niños y mayores salgan beneficiados, y para que (en definitiva) la hora de las comidas familiares sea además de más saludable, un momento feliz para todos.

Más información | Julio Basulto En Peques y Más | 'Se me hace bola', un enfoque diferente de la alimentación infantil. Nuevo libro de Julio Basulto, Tenemos una alimentación cada vez menos saludable, y un estilo de vida más pasivo: entrevista al doctor Rafael Casas

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