Estuvimos recientemente visitando La Granja (Segovia) y aunque no vimos las carreras por las preciosas fuentes que se preparan tres veces al año, pudimos ver otras carreras en las que los protagonistas eran los más pequeños y en las que demostraron su fortaleza y convicción para alcanzar la meta.
Había varias categorías y varias distancias. Aunque al final había que subir una cuesta hasta la meta lo que hacía que el terreno, además de adoquines, fuese complicado de superar. Me gustó mucho el arrojo de los participantes y la buena organización existente que incluía dorsales para todos los participantes, bebida al final del recorrido y además el merecido trofeo para los ganadores.
Las carreras, sean de la edad que sean y de la distancia que sean, exigen pensar y reflexionar sobre cómo plantearlas. Algunas son de pura velocidad, por ejemplo, las de los más pequeños, así que ahí hay que enseñarles que hay que correr y correr aunque también hay que medir las fuerzas porque si no parece que no se llega nunca a la meta. Otras carreras más largas exigen conocer y analizar al rival, por ejemplo, en la que se celebró entre adolescentes dando cuatro vueltas al circuito, el ganador final la planteó para ir junto a su rival a un ritmo que le venía bien. Sin embargo, en la última vuelta bajo muy fuerte la cuesta, todavía junto a su compañero y la subió a toda velocidad haciendo un sprint fuerte y sostenido llegando finalmente vencedor y demostrando que además de buenas piernas conviene tener una buena estrategia y analizar al rival.
El caso de La Granja seguro que no es el único de España ni las carreras son las únicas competiciones que se impulsan por los pueblos entre los niños. Por ejemplo también son múltiples las competiciones de natación en las piscinas municipales españolas. Me parece que es una de las mejores formas de animar a los niños a realizar deporte, a competir y a promover la diversión en los días de verano rentabilizando además las infraestructuras públicas.
Imagen | Marcos López