Desde hace unas semanas en casa hay gomas para hacer pulseras por todas partes y es que la peque se ha puesto a la tarea de realizar sus diseños para venderlos en el colegio, para regalarlas y para animar a toda la familia a llevarlas puestas.
Una de las cosas que han comprobado en el colegio es que la venta de las pulseras ha tenido un ciclo de vida muy corto porque conforme otros niños con sus padres se animaban a hacer pulseras en sus casas las posibilidades de venta se han reducido drásticamente. O sea que la novedad en el producto ha durado unas dos semanas, se ha saturado el mercado y no han podido vender más. Además el resto de niños, en otros colegios, ha hecho lo mismo y ya es difícil vender nuevas creaciones. En casa mi hija ha descubierto que una clave es diferenciarse y por eso ha empezado a buscar otras formas, estilos y modelos para intentar animar el mercado aunque parece que la saturación es total. La peque ha estado mirando también por las tiendas de los chinos nuevas máquinas y herramientas técnicas para poder automatizar el proceso de fabricación, realizar nuevos diseños e intentar impulsar el mercado aunque nos han dicho que están agotadas.
Hasta en el taller del Museo ICO se llevó un diseño a juego con la camiseta que triunfó entre otros de los participantes del taller.
La moda de las pulseras no es nueva y de forma periódica triunfa entre la comunidad escolar. Hace años hablábamos de las de goma con forma de animales o las de cuando era pequeño en la que lo más típico era construir pulseras con hilos de plástico haciendo estructuras compactas y que se podían estirar muy poco. En los tiempos actuales parece que son las gomas las que más han triunfado.
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