Los estudiantes intimidados en el pasado y en el presente sufren consecuencias negativas en su salud

Los estudiantes intimidados en el pasado y en el presente sufren consecuencias negativas en su salud
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Miles de niños de todo el mundo sufren acoso escolar, sin embargo aún hay muchísimos adultos que esgrimen el argumento (muy pobre, por cierto) de que “son cosas de niños”, cuando saben de las intimidaciones que se producen entre alumnos de los últimos cursos de Primaria. Por supuesto que el problema se prolonga al pasar a la ESO, pero para entonces, hay progenitores que todavía prestan menos atención a sus propios hijos.

En Peques y Más ya habíamos hablado de cómo el bullying ocasiona daños en la salud mental, incluso cuando la persona ya ha llegado a la edad adulta. Hoy vamos a exponer los resultados de un estudio recientemente publicado en la revista Pediatrics, acerca del impacto de sufrir acoso escolar durante un largo período de tiempo.

Sinceramente, me gustaría aclarar antes de seguir que me sorprende muchísimo que necesitemos estas investigaciones para abrir los ojos, porque parece que lo que no puede ser comprobado o medido no existe; y sin embargo a pesar de nuestras reticencias, en la mayor parte de las escuelas a las que van nuestros hijos (todos los hijos de los que escribimos y leemos el blog) hay niños que soy hostigados por sus iguales. Según una nueva investigación del Boston Children’s Hospital (y publicada en la revista especializada que menciono más arriba), cuanto más tiempo está una persona expuesta a situaciones perjudiciales para su salud, peores son las consecuencias. Y resulta que la intimidación (o el bullying, como queráis llamarlo) puede forma parte de esa lista de experiencias que tienen un mayor número de víctimas que sufren consecuencias negativas e inesperadas, y son más grandes a medida que la exposición de los niños se perpetúa.

Se han analizado datos de 4297 niños que fueron encuestados en tres momentos claves de su trayectoria académica (quinto grado, séptimo grado y décimo grado), que equivaldrían a quinto curso de Primaria, primero y cuarto de ESO, aunque en Estados Unidos el séptimo grado forma parte de la Educación Secundaria llamada Middle School, y el décimo de la High School.

Se han utilizado regresiones multivariables que prueban asociaciones longitudinales de la intimidación, y las relacionan con la salud física y mental mediante la comparación de jóvenes que han experimentado acoso (en el pasado y en el presente). La investigación se ha desarrollado a la vez en tres ciudades, y cabe destacar las relaciones longitudinales establecidas, porque hasta la fecha los estudios se sustentan únicamente en aquellas que son transversales.

Según las respuestas de los estudiantes, las historias personales de acoso escolar se han dividido en cuatro grupos: aquellos que nunca habían sufrido intimidación, aquellos que lo experimentaron en el pasado, quienes lo estaban experimentando en la actualidad y los que lo habían experimentado en el pasado y el presente

Una de las conclusiones es que los estudiantes intimidados en el pasado, y en el presente, tienen peor salud que otros (y esto se muestra significativamente). Por ejemplo, los niños que han llegado a experimentar acoso de forma crónica también son más propensos a tener problemas con actividades físicas como caminar, correr o participar en deportes.

Laura Bogart del Boston Children’s Hospital es la primera autora de la investigación, afirma que el acoso a largo plazo tiene un impacto grave en la salud general de una persona, y sus efectos negativos pueden acumularse y empeoran con el tiempo

Se sabe que los niños que sufren sobrepeso, o tienen problemas de salud conocidos (habíamos señalado por ejemplo los trastornos del espectro autista o las alergias); además de los que al llegar a la adolescencia manifiestan su orientación sexual y se identifican como homosexuales; resultan ser objetivo fácil de los acosadores (o agresores).

Como parte del estudio se señala la necesidad de buscar la causa de cualquier cambio de comportamiento en los niños (que puede o no estar asociado con el acoso), en especial si se muestran retraídos o tienen síntomas de depresión. Y por supuesto buscar explicaciones a la aparición de moretones, cortes o rasguños, aunque no siempre el bullying es tan evidente. De todas formas, recomiendo releer este post sobre cómo saber que hostigan a nuestro hijo si él no nos lo cuenta.

La sociedad, los colegios, y los padre y madres somos los responsables de ver lo que no funciona e intentar cambiarlo, los niños no pueden defenderse por sí mismos del acoso escolar, es una excusa muy manida, pero tan inservible como interesada, por lo tanto si de verdad nos interesa combatir este grave problema social, debemos empezar ya mismo.

La segunda conclusión principal del estudio apunta a que la detección precoz puede revertir el empeoramiento en la salud de las víctimas.

Imagen | Design Demon/Diablo Más información | Pediatrics, Boston Children's Hospital En Peques y Más | 'Acoso escolar o bullying': una guía práctica para luchar contra el maltrato escolar y sus consecuencias

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