Los padres pueden detectar la aparición de trastornos alimentarios en los niños, incluso antes de que se agraven

Los padres pueden detectar la aparición de trastornos alimentarios en los niños, incluso antes de que se agraven
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Los trastornos alimentarios entre adolescentes son cada vez más comunes, y también es cierto que la edad a la que empiezan a padecerse está disminuyendo. Como padres y madres sabemos que los trastornos alimentarios más comunes son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, aunque existen otros que pueden volverse bastante bastante frecuentes, como es el caso del ‘trastorno por atracón' o determinadas fobias a alimentos.

Por encima de las teorías existentes en torno a las causas de estos trastornos, nos encontramos con una realidad alarmante ‘la mayoría de las personas que sufren anorexia o bulimia’ tienen entre 13 y 17 años. Los adolescentes son un grupo de edad muy vulnerable porque se encuentran inmersos en un período de cambios físicos y emocionales, que se acompañan de presiones por parte del grupo de iguales y de muchas exigencias en el plano académico.

Más preocupante es aún que haya niños preadolescentes se dejen guiar por tendencias orientadas al éxito social y la aceptación de los demás, porque es en esta etapa de la vida (a partir de los siete u ocho años) cuando las personas empezamos a forjarnos una idea de nuestra identidad, que debería estar basada en valores sólidos, y por lo tanto (idealmente) lejos de influencias externas.

Cuando un niño empieza a verse afectado por estas situaciones, se puede decir que pierde el control sobre su voluntad, de ahí la importancia de tener muy en cuenta el papel educativo y preventivo de la familia, ya que cuando aparecen estos trastornos es necesario (e inexcusable) acudir a un profesional de la salud para empezar a abordarlos.

Los niños se desarrollan en sus familias, pero a la vez están influenciados por la sociedad, y esto se nota más conforme crecen y observan modelos que pueden diferir de los que se les han transmitido en casa. No es de extrañar, por lo tanto que aparezcan los trastornos alimentarios a edades tempranas, cuando socialmente imperan nuevos modelos de vida en los que el aspecto exterior llega a ser sinónimo de felicidad, e incluso de salud (y por supuesto de éxito).

El papel de la familia es determinante, porque es el primer núcleo social donde aprende a relacionarse el niño, y es ahí dónde deben ser aceptados con sus características peculiares. Esto ser verá reforzado si los padres también se aceptan a sí mismos. Debemos procurar hábitos de vida saludables a los niños, y la alimentación ocupa un papel fundamental: pero se trata de que los pequeños aprendan alimentarse equilibradamente para mantenerse saludables, no de que se ‘priven de comer’ para tener más éxito

Lo de menos es el peso (siempre que no resulte un problema real), pero sí que será determinante la ‘auto imagen’ positiva. Esta es una idea que debemos esforzarnos por trabajar en familia a través de la educación, y la próxima semana nos centraremos más detenidamente en la prevención.

¿Cómo determinar si los cambios relacionados con la alimentación, o con el peso pueden ser un problema?

Creo firmemente que los padres pueden detectar problemas en los niños, incluso mucho antes de que se agraven. Y es que nosotros nos damos cuenta de los cambios en los hábitos o de las preocupaciones que nuestros hijos tienen, y cuando estos cambios se pueden volver en su contra y perduran en el tiempo, cuando no es posible contextualizarlos y atribuirlos a situaciones que podamos controlar, es momento de consultar con un especialista.

Hay veces que las personas con anorexia o bulimia, empiezan a intentar perder peso o ‘estar en forma’, pero si comer menos o estar en forma se convierte en una necesidad, y estos comportamientos se vuelven adictivos. En este punto son difíciles de controlar

Los niños que padecen trastornos alimentarios realmente tienen miedo a verse gruesos, o creen que tienen sobrepeso cuando no es así realmente. Pese a ello el aspecto exterior o el impulso de controlar lo que se come, no responderá siempre a un trastorno alimentario, entonces ¿en qué nos fijaremos los padres?

  • Las personas anoréxicas pueden estar obsesionadas con la alimentación, los alimentos o el control de peso, también adelgazan extremadamente, en ocasiones evitan alimentos deliberadamente sin ser alérgicas / intolerantes, ni adoptar dietas debidas a costumbre vegetarianas o culturales. También se ven gordas sin estarlo y abusan de la práctica del ejercicio físico. Otros signos de alarma son el aislamiento social ante determinados actos sociales (para no tener que comer lo mismo que los demás), no tener energías o sentirse deprimidos. Muchos niños beben agua en exceso cuando saben que tienen visita con el médico.
La anorexia, la bulimia y los otros trastornos relacionados con la alimentación pueden ocasionar graves problemas psicológicos, pero también físicos
  • Las personas bulímicas tienen pánico a aumentar de peso y se muestran muy insatisfechas con su cuerpo, inventan excusas para ir al baño después de comer, pasan mucho tiempo haciendo ejercicio físico para quemar calorías. Es posible que sólo deseen comer alimentos dietéticos o con bajo contenido en grasa (excepto en los ‘atracones), también suele comprar laxantes, diuréticos o enemas. Y – por supuesto – también se aíslan socialmente.

El mensaje que queremos transmitir es que desde familia se puede detectar, y actuar en consecuencia: visita al pediatra / médico y después al especialista que este determine. Y si es importante la detección, más aún lo es la prevención (nos da la oportunidad de evitar problemas mayores), por eso la próxima semana hablaremos de este último aspecto.

Imagen | Bournagain En Peques y Más | La sociedad transmite cánones de belleza sesgados, pero desde la familia podemos educar a los niños. Entrevista con Marta Ampuero, Trastornos alimentarios en los niños y adolescentes ¿cómo detectarlos y actuar?

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