"Muévete, que tienes una barriga que parece de cesárea" (o el poco tacto tras haber dado a luz)

"Muévete, que tienes una barriga que parece de cesárea" (o el poco tacto tras haber dado a luz)
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Han tenido que pasar tres años desde que escuchara esta frase y me decida a hablar de ella: “Muévete, que tienes una barriga que parece de cesárea”, dicha con muy poco tacto tras haber dado a luz. La dijo una enfermera de las que pasaba por la habitación a “controlar” que todo fuera bien tras el parto, y yo me pregunto, ¿dónde se dejó la sensibilidad?

Porque ese comentario espetado coloquialmente, como queriendo ser divertida, no creo que le pueda sentar bien a nadie. Por suerte, yo estaba bastante animada y decidí dejarlo pasar, pero no quiero pensar el efecto que puede tener una frase de ese tipo en una madre que se sienta decaída tras haber dado a luz, algo que no es infrecuente.

Las hormonas, el gran cambio que ha sufrido tu cuerpo y tu vida con la llegada del bebé, el cansancio, la falta de sueño, posiblemente el dolor… todo hace que no estemos precisamente para chistes. Y, no digo ya la familia que venga a visitarte (que también), sino el personal que te atiende en el hospital debería ser consciente de estas particularidades y no ir de gracioso.

Viendo esta escena desde la distancia, se me ocurre que podría haberle contestado, como el chiste, “Bueno, lo mío se pasa”, pero claro, ni la agilidad mental en ese momento ni la educación me hubieran permitido decirle algo semejante. Así que me limité a mirarla con perplejidad y a asentir.

También podría haberle dicho que esa no era la mejor manera de hacerme ver que era beneficioso para mi salud que caminara, ya que espero que esa fuera su verdadera intención y no la de que tuviera un vientre liso a las pocas horas de haber dado a luz.

A todo esto, yo no estaba acostada sino sentada en el borde de la cama, horas después de que me diera un mareo al levantarme, con lo cual tenía mis reticencias (y sobre todo precauciones) para volver a incorporarme y caminar.

En definitiva, que lo que menos me importaba en ese momento era el tamaño de la barriga y el comentario despectivo de que “parecía una barriga de cesárea” me pareció muy desafortunado. Y más cuando yo misma ya había tenido una de esas barrigas un par de años antes.

No es que no tenga sentido del humor o que considere que ese tono no se pueda emplear en otras situaciones, pero, como profesionales que tratan con personas que acaban de pasar por un parto, deberían conocer y aplicar otras maneras de dirigirse a ellas.

Espero que ese poco tacto demostrado al tratar con una mujer que acaba de dar a luz no sea algo generalizado, lo cierto es que el resto de personal me pareció estupendo en su trato hacia mí. Aunque todos hemos escuchado historias parecidas y peores, y si no echad un vistazo a algún programa de “Baby boom”. ¡Un poco de empatía, por favor!

Aclaración: Si han pasado tres años para que hable de este tema no ha sido por ningún trauma ni nada parecido, solo me ha venido a la cabeza al repasar mentalmente aquellos momentos tras el parto, mis sensaciones, las palabras de la gente que me acompañaba… y he decidido compartirlo en el blog. Y, señora enfermera, efectivamente, lo mío se pasó, aunque no volvió a quedar igual que antes, y tampoco es que me importe demasiado.

Foto | NHSE en Flickr-CC
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