"Si pierdes el control durante el parto te pondremos la epidural", nos dijeron una vez

"Si pierdes el control durante el parto te pondremos la epidural", nos dijeron una vez
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Sucedió durante nuestro segundo embarazo, esperando a Aran, que quisimos tener las cosas más controladas que con el primero y dejar patente, antes de ir a dar a luz al hospital, cuál era nuestra postura y cuáles eran nuestros deseos para ese parto.

Redactamos un plan de parto que le presentamos a la matrona, lo revisamos con ella, y nos sorprendió un poco su respuesta ante nuestra decisión de no utilizar anestesia epidural, al decirnos que le parecía bien, pero que "si pierdes el control durante el parto, te la pondremos".

¿Si pierdo el control?

Nos quedamos sorprendidos, como digo, así que preguntamos a qué se refería exactamente, porque claro, se puede perder el control de muchas maneras. Una puede decidir arrancarse las correas del monitor y empezar a dar con el palo de suero a todo el que pille por delante, para lo que no hace falta la epidural, sino la policía, o una puede empezar a gritar de todo a los demás, o empezar a jadear, cantar o chillar, y desde fuera todo ello puede verse como una pérdida de control sin tener nada que ver una cosa con la otra.

Lógicamente, no logró definir mucho a qué se refería, porque tampoco es que haya un protocolo para las pérdidas de control de las embarazadas, pero dejó entrever algo así como "si gritas mucho y molestas o asustas a las otras embarazadas".

Lo normal es parir sin anestesia y sin gritar

Entonces nos quedamos un poco tocados, pero sin perder la esperanza, porque claro, digo yo que lo lógico, si a una mujer no se le administra la epidural, es que lleve las contracciones como mejor pueda, siendo posible que grite, que se levante, que se mueva por todas partes buscando una postura más cómoda, que se quite la ropa si le molesta (sí, Miriam decició en su tercer embarazo quitarse toda la ropa en medio del pasillo porque a punto de dar a luz le sobraba todo), que cante, que haga gemidos,... puede hacer mil cosas que nos parecerían raras, rarísimas, si lo hiciera cualquier mujer en medio de la calle pero que pueden considerarse tremendamente normales si está pariendo.

Que lo raro sería, a mi parecer, tener a una mujer dilatando sin anestesia ahí sentadita en la cama (o tumbada) sonriendo a las matronas y controlando las contracciones sólo con la respiración y con la única ayuda de la mano de su pareja para estrujarla, como en las pelis, ahí, con silenciador. No, esto no es una mujer pariendo, esto es una mujer que está luchando por no perder el control.

Pero, ¿no se supone que deben perderlo?

Y si una mujer está conscientemente tratando de no perder el control para que no le pongan la epidural, aguantando en silencio lo que llevaría mejor gritando, tumbada porque parece que ahí molesta menos a los demás, porque lo último que quiere es que le venga alguien a decir eso de "no grites tanto, mujer, que no es para tanto", o "no estás colaborando demasiado, ayuda un poco o esto acaba en cesárea", es muy posible que todo acabe precisamente como quiere evitar: con un parto que se detiene, con la epidural para poderle poner oxitocina y quién sabe, con una cesárea porque el niño hace bradicardias (y aquí os acabo de relatar nuestro primer parto).

O sea, que lo que debería suceder es precisamente que la madre pierda el control. No en plan "me como al que se me ponga delante", sino en plan "hago lo que mi cuerpo me pide", caminando, gritando, gimiendo, sentándome en un rincón, poniéndome a cuatro patas, acuclillándome, paseándome o apoyándome en la ventana mientras le aúllo al más allá, o lo que sea.

Eso a lo que llaman entrar en el planeta parto, que no es otra cosa que dejarte llevar por los cambios del cuerpo, por las endorfinas que se segregan para que duela menos y por lo que en cada momento necesita una, desconectando la parte racional, dejando de pensar en lo que pasa alrededor para que aparezcan los instintos, para centrarse en el cuerpo y en lo que le sucede para que todo vaya mejor.

¿Qué pasó al final?

Si os preguntáis qué paso al final con Aran, deciros que nada de lo planeado, ni nada de lo que la matrona nos dijo... quiso salir en la semana 34 y lograron detener el parto una semana. Una semana entera de contracciones dolorosas cada 5 a 10 minutos que no eran efectivas por la medicación, con un parto en que ella, lógicamente, ya no podía más (una semana durmiendo a intervalos de 10 minutos, gritando a un cojín de noche para no despertar a Jon en cada contracción). A la semana, como digo, fuimos al hospital, y tratándose de un parto prematuro, el plan de parto se quedó en casa.

Foto | phalinn en Flickr En Bebés y más | Cómo ayudar a la mujer en el parto con epidural, Embarazadas que reclaman su derecho a la epidural, El 72% de las embarazadas pedirían la epidural al ir a parir

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