Medir el dolor de nuestro hijo

Medir el dolor de nuestro hijo
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Aunque el dolor es algo subjetivo, es necesario tanto para los papás como para los médicos conocer la intensidad y localización de dolor de los niños. No es fácil saberlo, porque todavía no hablan, porque no conocen el vocabulario o por alguna patología que le impida decírnoslo, pero hay varias tablas o métodos que nos pueden ayudar a medir el dolor de nuestro hijo. Dependiendo de la edad que tenga, se utilizarán unos u otros.

En el caso de los bebés prematuros o neonatos, se observan las reacciones del lenguaje corporal (expresión facial, movimientos del cuerpo…) y la alteración de los signos vitales (frecuencia respiratoria, presión arterial, sudoración…).

A partir de los 3 añitos se puede saber cuánto le duele al niño mostrándole unos dibujos con varias caras, desde la más alegre hasta la más triste, y que él diga con qué cara se identifica. De igual modo puedes usar los colores desde, el blanco hasta el negro, siendo el blanco nada de dolor y el negro, un dolor insoportable. Como los pequeños no tienen suficiente vocabulario e incluso a veces les da miedo responder al doctor, es más sencillo utilizar estos métodos y decírselo a la mamá o al papá. Lo ideal sería que nos pudieran decir como les duele, si es un dolor que quema, punzante, profundo, además de precisar la zona del dolor, si hay irradiación, si es continuo, etc. También funciona hacer una escala del 1 al 10 para que el niño diga en qué número se encuentra su dolor, o si pincha, con qué intensidad.

En el momento en que son capaces de autoevaluarse y decirnos dónde le duele y cómo, es lo primero a lo que hay que hacer caso.

Todos sabemos lo que es el dolor, aunque no sepamos describirlo, encontrar el método adecuado para evaluar el dolor de nuestro pequeño, nos ayudará a establecer un tratamiento eficaz.

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