Cómo educar a los hijos según Pilar Sordo (II)

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Hace una semana pudimos ver un vídeo de Pilar Sordo, uno de tantos que tiene en Youtube (que os vuelvo a poner arriba), en el que explicaba cómo los padres debíamos educar a nuestros hijos, señalando los errores que cometemos y explicando las soluciones.

Muchas pudisteis comentar vuestras impresiones al ver el vídeo y lo cierto es que os aproximasteis mucho a lo que yo sentí al verlo. Hubo quien, por contra, apoyó las palabras de Pilar Sordo, que es lo que yo esperaba que sucediera en mayor número.

Digamos que profesionales que dedican su vida a hacer un mundo mejor a través de las próximas generaciones hay cientos, y muchos de ellos son interesantes de leer o escuchar porque uno siempre tiene algo que aprender. Pilar Sordo, pues no es una de ellas, porque bajo mi punto de vista se pierde mucho en las formas, en las ganas de ser graciosa, sin conseguirlo, porque lo hace de manera irrespetuosa, y sobretodo porque aunque dice algunas cosas que pueden ser muy útiles para los padres y madres, dice otras que pueden llegar a ser auténticas bombas de relojería. A continuación voy a desgranar el vídeo dando mi punto de vista:

Los padres hemos perdido el concepto de autoridad

Cuando se habla de estilos de crianza se suele explicar que los más característicos son tres: el autoritario, el democrático y el permisivo, que sería aquel en que los padres dejan a los hijos hacer todo lo que quieran, incluso perder el respeto por los demás.

Pilar Sordo se mueve entre la crítica de los dos últimos, de los que no hace diferenciación, y sugiere y casi implora, como hacen algunas personas de la generación que nos precede, que volvamos a postulados antiguos, es decir, al autoritarismo.

Confunde entonces la psicóloga autoridad con autoritarismo. De hecho, aquella persona que tiene que hacer uso del autoritarismo, del chantaje emocional, del castigo y del “porque yo lo digo” lo hace, precisamente, porque ya ha perdido la autoridad.

La autoridad no se exige, se consigue, como el respeto. Autoridad tiene aquel padre que es escuchado, aquel cuyos hijos respetan porque saben que papá suele tener razón, porque dialoga, porque explica las cosas, porque saben que papá les respeta y porque nunca les haría daño físico ni moral. El padre que tiene a sus hijos atemorizados o que los tiene en contra, porque no les escucha, no tiene autoridad ni respecto, es simplemente un padre temido y, como todo el mundo sabe, desde el miedo no suelen aparecer relaciones sanas.

”Somos los únicos que temimos a nuestros padres y tememos a nuestros hijos”

Dice la “graciosa” psicóloga que somos los únicos que en nuestra infancia temimos a nuestros padres y que ahora tememos a nuestros hijos y aunque no va mal encaminada, yo lo explicaría de otro modo. Para mí somos los adultos que de niños temimos a nuestros padres, que nos dijimos a nosotros mismos que no seríamos igual que ellos y que ahora que somos padres tememos ser ellos.

Es cierto que hay gente que se ha ido al extremo contrario, el de la permisividad negligente, cuyos hijos han tomado el timón y el rumbo de la familia hasta el punto de desesperar a muchos, pero también es cierto que muchos tratamos de no llegar a ese extremo, moviéndonos por el punto medio, que yo llamaría la crianza democrática, en la que intentamos escuchar, dar opciones, dejar elegir y explicar las razones de por qué sí o por qué no, evitando el “porque soy tu padre”, que tanto parece gustarle a la señora Sordo.

”Mi hijita, con la misma cara de culo con la que se levantó”

Así, con esta frase argumenta Pilar Sordo que los niños tienen que ir a ver a la abuelita: “ella, con la misma cara de culo con la que se levantó”, frase que viene acompañada de muchas risas, como si fuera algo gracioso insultar a los niños.

Imaginemos por un momento que está en una reunión de cuidadores de personas mayores y les dice que “vuestras madres pueden ser persuasivas para pediros, desde la cama, aquello que quieren… ellas, con la misma cara de culo con la que se levantaron”. No suena igual, ¿verdad? Pues mal vamos si una profesional de la psicología que pretende enseñar a los padres cómo educar a los hijos insulta a los menores para hacerse la graciosa.

En cualquier caso, pasando por alto las formas, horribles, habla de que una familia no puede ser una democracia. Estoy de acuerdo en que una familia no es un ente en el que todos los componentes tienen siempre voz y voto, porque por encima de todas las decisiones están los padres. Sin embargo hay muchas, muchísimas cosas que los niños son capaces de decidir por sí mismos y que, de hecho, deberíamos preguntarles, para que ellos aprendan a tomar decisiones y para que aprendan a tener autonomía.

Si yo tomo todas las decisiones porque no dejo a mis hijos elegir y si no les dejo hacer cosas que creen que tienen que hacer, nunca elegirán y nunca se equivocarán… en todo caso me equivocaré yo, que soy el que ha tomado la decisión. Entonces, si un niño no se equivoca, ¿cómo demonios va a aprender a rectificar? ¿Cómo va a aprender que sus decisiones equivocadas tienen unas consecuencias? ¿Cómo va a aprender a ser autónomo? ¿Cómo voy a pretender que crezca como persona?

Sobre ir a ver a la abuela, pues sí, hay que ir a ver a la abuela, claro, que es tu familia, ahí coincido con ella, sin embargo hay que tener en cuenta que hay abuelas y abuelas. Unas son más graciosas, cariñosas y entretenidas y otras no lo son tanto, y algunos niños preferirían no tener que poner buena cara (sinceridad, se le llama a eso…).

El fin de semana no hacemos nada

Dice Sordo que parece que los padres seamos una agencia de viajes los fines de semana. Bueno, ni tanto ni tan poco. Ir al teatro, ir al cine, pasar el fin de semana en el campo, ir a ver museos, a un concierto, a una actividad infantil, a hacer deporte, a… son excusas de los padres para pasar tiempo con los hijos. Es evidente que a nivel económico es difícil llevar un ritmo así, por lo que hacerlo de vez en cuando es hacer algo diferente, es pasarlo bien, es disfrutar, es culturizarse y es ver algo más allá de las paredes de casa.

De igual modo, quedarse en casa es también muy enriquecedor, porque no hay otra opción que hablar con tus hijos, ¿no? (bueno, sí, ver la televisión y no hacerles caso, que sería la peor de las opciones).

”No quiero que mis hijos pasen lo que yo pasé”

Una de las frases que la psicóloga ataca y destruye es la que dice que los padres de hoy pretendemos que nuestros hijos no pasen lo mismo por lo que nosotros pasamos, y por eso reciben una educación diferente. Según comenta, lo que nosotros pasamos “no fue tan malo” y estoy totalmente de acuerdo, no fue tan malo, no nos traumatizó hasta meternos en un psiquiátrico, pero si ayudó a crear un carácter, una conducta y una inseguridad que muchos preferirían no haber tenido que superar ahora, en la edad adulta, cuando más falta hace todo lo contrario. No fue tan malo, pero podría haber sido mejor, o cuanto menos diferente.

Los padres están cada vez menos y los niños están más ocupados

Los últimos cuatro minutos del vídeo son, para mí, los mejores, porque aquí si acierta Pilar Sordo al decir que un niño necesita una madre que le rasque la cabeza y un papá que le cuente un cuento, siendo todo ello gratis.

Concluyendo

Entiendo que haya personas que apoyen las palabras de la psicóloga, porque un padre perdido, o un padre que pretende hacer lo mejor para sus hijos pero no sabe muy bien cómo y lo único que tiene son dolores de cabeza, podrá agarrarse al método autoritario de aquí decido yo, aquí se come esto y punto y hoy toca ir aquí y no hay más que hablar.

Así nos criamos, así se ha hecho desde hace mucho tiempo y es el camino fácil porque es el camino que todos conocemos de memoria, porque es el que tomaron con nosotros. Es mucho más difícil dialogar, describir lo que no te gusta a un niño para que él lo cambie (“veo que tienes la habitación totalmente desordenada y que ni tú puedes jugar ni yo puedo pasar”), dándote cuenta de que unos días la recoge porque quiere que te sientas bien, pero otros no porque considera que tiene cosas más importantes que hacer (elije en cada momento lo que considera mejor según su criterio, que no el nuestro), que decir “hasta que no recojas de aquí no te mueves”, con lo que consigues una habitación perfecta y un niño rebotado. Ahora que, claro, como hay que ser padre y ser “jodido”, lo importante según ella no es promover unos valores como el orden o la responsabilidad, valores que salgan de los niños, sino tener la habitación limpia porque son los padres los que quieren que esté así.

Vídeo | Youtube
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