Cuanto más te obsesiones con tu peso mayor es el riesgo de que se obsesione tu hija

Cuanto más te obsesiones con tu peso mayor es el riesgo de que se obsesione tu hija
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En España tenemos un claro problema de sobrepeso y obesidad que ya está afectando desde hace unos cuantos años a nuestros hijos, que en muchos casos llevan una dieta similar a la de los padres, y en el peor de los casos, una dieta aún menos saludable, con un consumo excesivo de alimentos procesados cargados de azúcares y grasas saturadas y una marcada carencia de productos frescos como vegetales, frutas y hortalizas, y otros como legumbres y verduras, que son parte esencial de nuestra dieta junto con los hidratos de carbono menos refinados.

Pero no es el único problema, porque desde hace un tiempo existen los llamados trastornos de la conducta alimentaria (TCA), siendo los más conocidos la anorexia y la bulimia, que afecta sobre todo a chicas adolescentes, pero cada vez más a niñas que aún no han llegado a la pubertad.

Precisamente por esta razón se está empezando a recomendar a los padres que tengan cuidado con sus costumbres y hábitos, tanto a la hora de comer como a la hora de pesarse, ya que cuanto más se obsesionen con el peso mayor es el riesgo de que se obsesione su hija.

¿Cuál es la incidencia de Trastornos Alimentarios?

Según datos del Ministerio de Sanidad la prevalencia de trastornos de la conducta alimentaria es la siguiente:

Basándonos en estudios de dos fases realizados en España en la población de mayor riesgo, mujeres en la franja de edad de 12 a 21 años, se obtiene una prevalencia del 0,14% al 0,9% para la AN (Anorexia Nerviosa), del 0,41% al 2,9% para la BN (Bulimia Nerviosa) y del 2,76% al 5,3% en el caso de los TCANE (Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados). En total, estaríamos hablando de unas cifras de prevalencia de TCA del 4,1% al 6,41%. En el caso de varones adolescentes, aunque existen menos estudios, obtenemos una prevalencia de 0% para la AN, del 0% al 0,36% para la BN y del 0,18% al 0,77% para los TCANE, con una prevalencia total de 0,27 a 0,90.

Hablar de una prevalencia de un 4,1% a un 6,41% es hablar de cifras muy elevadas, porque estamos hablando de casos diagnosticados. Antes del diagnóstico muchas chicas de 12 a 21 años están empezando a jugar ya con la comida y el peso y aún no forman parte de estas cifras, así que podríamos estar hablando de una incidencia superior.

La obsesión de los padres por el peso puede ser un factor predisponente

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No es el único factor, está claro. Los trastornos de conducta alimentaria son multifactoriales y se sabe que pueden venir motivados por los siguientes factores:

  • Factores biológicos: parece que hay cierta predisposición genética y ciertas alteraciones neurobiológicas que aumentarían el riesgo.
  • Factores socioculturales: modelos familiares sobreprotectores o excesivamente rígidos y autoritarios; familias conflictivas o desestructuradas; antecedentes familiares de trastornos afectivos y sintomatología obsesivo-compulsiva, de trastorno de la conducta alimentaria (especialmente en las madres), padres preocupados constantemente con la alimentación, y a menudo haciendo dietas relativamente severas, obesidad (sobre todo en madres), alcoholismo (padres), hábitos alimentarios poco regulares durante la infancia y que el menor lleve a cabo actividades durante la infancia o adolescencia que valoren excesivamente la delgadez o el peso.
  • Factores psicológicos: trastornos por carencias afectivas, trastornos de la personalidad, trastornos obsesivo-compulsivos, trastorno de control de impulsos, realización de dieta anómalas y restrictivas y preocupación por el cuerpo, historia personal de dificultades alimentarias, excesiva rigidez, autoexigencia, perfeccionismo, retraimiento social y baja autoestima.
  • Factores estresantes: abusos sexuales y/o físicos en la infancia, críticas respecto al físico, sucesos impactantes que llevan al menor a cobijarse en la alimentación, etc.

Como veis, son muchos los sucesos en la vida de las niñas que pueden llevarlas a querer ser quienes no son, con la idea de que de esa manera serán más felices y admiradas por el resto de la sociedad, y como habéis leído, los padres formamos parte de esos factores si nuestro comportamiento les acaba sirviendo de ejemplo o detonante.

Pesarse todos los días abusando del uso de la báscula nos lleva a obsesionarnos con el peso hasta el punto de que muchas personas se pesan incluso por el día y por la noche (cuando lo ideal es pesarte cada una o dos semanas para no intentar que los cambios sean muy rápidos); de igual modo, tener una actitud controladora y obsesiva con respecto a la alimentación puede lograr el mismo efecto en las niñas: que empiecen a dar a su físico más importancia del que debe tener, que se empiecen a obsesionar con su peso y con la alimentación y que empiecen con prácticas que pueden llegar a ser peligrosas, si van a más.

Así que si crees que podrías estar usando la báscula más veces de las recomendadas, o si el control de las calorías que ingieres parece que es lo más importante en tu día a día, quizás deberías buscar la manera de que tu hija no te vea hacerlo, y mientras tanto intentar que el objetivo sea llevar una vida saludable evitando las dietas milagro y eliminando las ganas de conseguir un peso ideal lo antes posible.

Fotos | iStock
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