El bebé desconectado emocionalmente

El bebé desconectado emocionalmente
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Supongamos que unos padres por temor a “estropear” a su bebé hacen caso omiso de los llantos y pedidos de su pequeño. ¿Qué le sucede a ese bebé? El bebé llorará con más fuerza para obtener la atención de sus padres, más que atención pedirá con un llanto preocupante que sus necesidades sean satisfechas, implorará hasta que al no conseguirlo renunciará a ello. Este bebé crecerá pensando que el mundo es un lugar inseguro y que las otras personas no son sensibles.

Finalmente a raíz de la desatención aprenderá a no dar señales, le creará un sentimiento de que falta algo en su vida. Esta falta se convierte en hostilidad hacia el exterior. Se caracterizará por ser un niño difícil. Aprenderá de que la seguridad depende de él mismo, y al crecer tendrá dificultades de auto confianza. Cuando los padres no responden intuitivamente a su bebé al mismo tiempo pierden las habilidades de crianza y enfrentan más problemas a la hora de disciplinar.

Los bebés desconectados emocionalmente carecen de expresiones emocionales. No buscan el contacto visual y no manifiestan expresiones de cariño con los demás. Cuando están encima de sus papás, dan la impresión que éstos son sólo un asiento. Son bebés que se ven “perdidos”. A medida de que el niño crece manifiesta problemas de comportamiento, crece gastando su energía en una conducta inadecuada, es receptor de amonestaciones y pareciera vivir en su propio mundo. Pasa a ser etiquetado como “malo” o “niño mimado”, estás dificultades no son más que las maneras que tiene para buscar esa “conexión emocional” perdida con sus padres sin saberlo porque ignora que fue lo que perdió.

A la vez, los papás de niños desconectados no encuentran satisfacción en su rol de padres, buscan actividades que no impliquen a sus hijos por el desgaste emocional que ello implica, padres e hijos se separan aún más. A diferencia de los niños “conectados” que proporcionan alegría y un ambiente social agradable. Los emocionalmente ricos se hacen más ricos y los emocionalmente pobres se hacen cada vez más pobres.

Si ya esta desconexión ha sucedido nunca es tarde para comenzar a conectar emocionalmente con los hijos, el asesoramiento profesional y la profunda reflexión acerca del estilo de crianza ayuda a rescatar esa relación perdida. Eso sí, se requerirá una gran cantidad de energía para lograrlo.

Lo mejor que los padres podemos hacer es conectarnos con los hijos desde el momento de su nacimiento, siendo sensibles y no temiendo “malcriarlos” si respondemos sensiblemente a sus necesidades, al contacto físico, dándoles todos nuestro cariño. Es una tarea que exige mucha dedicación, y que muchas veces debemos hacer una “pausa” en nuestras vidas. Pero pensemos que es un tiempo mientras están pequeños que no volverá y cuando los veamos crecer felices y “conectados” nos daremos cuenta de lo valioso que es criar con el corazón.

Vía | Askdrsears.com

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