Ese momento al final del día en que papá llega del trabajo y dice "cómo está todo, ¿no has hecho nada?"
Ser Padres

Ese momento al final del día en que papá llega del trabajo y dice "cómo está todo, ¿no has hecho nada?"

Las relaciones de pareja se basan en un acuerdo mutuo de colaboración en casa, un reparto de tareas y responsabilidades más o menos justo, que se viene abajo cuando llega el tercer miembro humano de la familia (que hay quien tiene mascota). Si ambos trabajan, el reparto suele ser más o menos equitativo, o se intenta. Si uno de ellos no trabaja, se considera que su "trabajo" debe ser entonces cuidarse de la casa y los recados, dado que el otro trabaja fuera. ¿Y si nace el bebé y la madre se queda en casa? Pues eso: ese momento al final del día en que papá llega del trabajo y dice "cómo está todo, ¿no has hecho nada?"

Y es que cuando nace el bebé a la madre le dan su baja maternal y, en consecuencia, se queda en casa, sin ir a trabajar, y muchos hombres consideran que entran a formar parte del segundo grupo de parejas en los que, ya que él trabaja, ella debe hacerse cargo del hogar. Y esperan llegar a casa y encontrarse todo limpio, recogido, lavadoras hechas, ropa recogida y planchada, la cena lista y a su mujer y su bebé sonrientes diciendo "hola papá, ¡cuánto te hemos echado de menos!".

Y en algunos casos es así, pero no es mayoría

Que sí, que habrá familias que son como las acabo de describir porque quizás tienen bebés de los de libro, de esos "de On y Off", que se quejan un momentito para comer, maman o reciben el biberón, se les cambia el pañal y desaparecen en su moisés unas horas hasta que vuelven a tener hambre. Y luego por la noche, entran en estado de hibernación y no dicen nada hasta la mañana siguiente.

Pero no es lo más habitual, y menos si eres de esas señaladas a las que todo parece salirles mal... de esas que no entiende cómo pueden ir las demás tan estupendas con sus bebés tranquilitos en sus cochecitos y tú te ves con el coche en una mano, el bebé en otro llorando, la leche seca en tu hombro y pensando "qué demonios hago en la calle cuando estaría mejor en casa escondida del mundo".

No es lo habitual, porque la mayoría de bebés, aunque duermen mucho, se van despertando para comer, para hacer caca mientras comen, y lo que parece un momento se alarga bastante entre el "le doy, se me duerme, le doy de la otra, se duerme, le cambio el pañal, se espabila y le tengo que dar otra vez y luego se duerme y enseguida quiere otra vez". Y eso es por el día, pero es también por la noche, cuando claro, como papá trabaja y no tiene tetas, ella se encarga del bebé, teniendo cada día peor cara, más sueño y necesitando descansar, al final, en los horarios que también descansa el bebé.

Llega así el momento en que la casa queda en un segundo plano, no por fastidiar, no por no querer, sino por pura supervivencia. Y es que mucha gente no lo explica, pero los bebés además de muy monos y graciosos, además de oler muy bien, tienen unas necesidades que van demandando de manera bastante constante y ruidosa. Vamos, que tener hijos es precioso, pero es durísimo, y esto una no se da cuenta hasta que lo vive.

Pero... "es que no has hecho nada"

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"Ya, claro que no he hecho nada. Por no hacer, ni siquiera me he duchado. Por no hacer, ni siquiera he comido en condiciones, que he tenido que comer con el niño en brazos haciéndolo todo con una mano. Por no hacer, hoy no he hablado con ningún adulto más que con mi madre un rato por teléfono. Por no hacer, no he podido ir ni a comprar lo que falta, porque si ya me es difícil en casa imagina salir a la calle. ¿Sigo? O mejor dicho, ¿te quedas un día tú a ver cuánto haces?".

Y ahí es donde el hombre puede empezar a entender lo que es cuidar de un bebé, donde empieza a darse cuenta de que la baja maternal no son unas vacaciones pagadas con tu bebé y donde ve que tiene que empezar a espabilarse en casa si quiere que todo salga adelante. O eso, o se activará su gen neandertal e iniciará una discusión diciendo lo mucho que trabaja, lo cansado que está, que no es justo llegar a casa y tener que arremangarse para hacer todo lo que ella no ha hecho y que tan difícil no puede ser si su madre tuvo tres y su padre nunca tuvo que coger un trapo.

Es una temporada y luego todo pasa

Si tienes a uno de los primeros, tienes suerte, porque se hará cargo de la situación y se dedicará a remar a una contigo: "dame el niño un rato y dúchate y lo que te haga falta" (pero no tardes, que lloran enseguida), "dime qué falta que voy a comprarlo ahora", "qué quieres de cenar que lo hago", "vamos a bañar al bebé", y así durante los primeros meses (que no semanas), hasta que poco a poco os vais haciendo a la nueva dinámica y el bebé va creciendo, madurando, y cambiando en cuanto a sus ritmos y necesidades, pero siempre juntos a una.

Si tienes a uno de los segundos, ya lo siento. Te vas a sentir sola en muchas ocasiones y quizás acabes soltando más de una lágrima por ello... porque vas a sentir que no te entiende y te va a parecer, en cierto modo, por su insistencia en anteponer su comodidad a la del bebé, que no quería ser padre. Lo negarás rápidamente, porque no es eso lo que quieres pensar de él ni es ese el hombre del que te enamoraste, pero esa lucha interna te hará dudar y sufrir.

Y quizás caigas, quizás acabes por intentar ser tú quien arregle la situación haciendo lo que te dice: cuidando del bebé y haciéndote cargo de la casa, las 24 horas del día, para no tener que oír más sus quejas y reproches.

¿Que qué haría yo? Bien, yo no soy mujer, pero tengo claro que un bebé necesita a una madre con un mínimo de energía y alegría, y no un despojo humano que acabe enfadándose con su bebé por despertarse tan a menudo y pedirle tanto pecho, por reclamarla tanto, perdiendo una paciencia que debería ser infinita. Así que haría lo mismo cada día, lo que me dejara hacer mi bebé y mi energía. Si un día puedo hacer más porque tengo ganas y el bebé está tranquilo, hago más. Si un día estoy fatal porque he dormido de pena y el bebé está en modo "self-service 24h" pues mira, en este rincón del sofá me he sentado esta mañana y aquí sigo... si quieres que la casa esté recogida, tendrás que hacerlo tú (si quieres vivir aquí como cuando estabas con tu madre, vete con ella).

Y si la cosa se pone muy tensa, muy tirante, muy mal, aprovecha un sábado o un domingo, que no trabaje, que esté en casa, para que él se haga cargo del bebé. No de la casa, no. Del bebé: "he pensado que hoy te quedes tú con el bebé... yo voy haciendo lo de casa y tú te haces cargo de todo, menos de alimentarle (a menos que tome biberón, entonces también). Le daré el pecho y luego tú ya le cambias el pañal, lo duermes, le hablas y cuentas cosas cuando esté despierto,...". Así verá en qué consiste eso de cuidar de un bebé y así empezará a crear un vínculo, unos lazos, que le hagan sentir que de todo lo que hay que hacer, lo primero es el bebé, y que lo demás va después. Esto, claro, si tiene un poco amor en ese frío corazón.

Foto | iStock
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