"Mis hijas son mis grandes maestras". Entrevista al psicólogo Ramón Soler

"Mis hijas son mis grandes maestras". Entrevista al psicólogo Ramón Soler
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Para culminar nuestra serie de entrevistas para el Día del Padre hoy vamos a hablar con el psicólogo Ramón Soler, que además de su trabajo como terapeuta y psicólogo, es muy conocido por ser director de la revista Mente Libre, donde se abordan temas de crianza y psicología infantil.

A Ramón Soler ya lo hemos podido leer en Bebés y más hablando sobre las emociones de los niños y además es co-autor del libro "Una nueva paternidad" que presenta un nuevo modelo de hombre comprometido con la crianza de sus hijos.

¿Cómo cambia la vida la paternidad?

Creo que la paternidad (y la maternidad) suponen una sacudida total en la vida de cada padre y de cada madre. La paternidad y la maternidad significan un salto hacia adelante que nos saca de nuestra “zona de confort” y nos fuerza a reestructurar toda nuestra vida.

Muchos padres pretenden seguir haciendo su vida tal y como era antes de tener a su bebé, pero esta postura es absurda e, incluso, infantil. Debemos asumir los cambios y sumergirnos plenamente en la paternidad para poder aprovechar todas las enseñanzas que nos traen nuestros niños.

¿Cuál es el mayor cambio que realiza la conciencia de la paternidad?

Bajo mi punto de vista, el cambio más profundo al que nos enfrenta la paternidad es el de serenar nuestro ego. Cuando tenemos en nuestros brazos a una criatura indefensa que nos necesita para sobrevivir, nuestro ego, sus carencias, sus heridas, deben quedarse a un lado para poder atenderles adecuadamente.

Esto no significa que desaparezcamos como hombres, sino que aprendemos a priorizar, a compartir nuestro tiempo, a empatizar con nuestros bebés indefensos, con nuestros niños pequeños, con los adolescentes que necesitan nuestro apoyo y comprensión.

Antes de ser padre seguramente ya tenías ideas sobre como sería esta experiencia y como te comportarías, pero ¿eres ahora el padre que pensaste que serías?

En un principio, en mi juventud, no me planteaba grandes cuestiones sobre cómo sería cuando fuera padre. Daba por hecho que la manera correcta de educar a los niños era como lo había visto en mi familia y que yo haría lo mismo con mis hijos. Con posterioridad, estudié psicología y me dijeron que a los niños había que educarles con directrices, premios y castigos. Pero, estas teorías, realmente no me convencieron, puesto que no ponían ningún énfasis en las experiencias emocionales de las personas, que para mí, son fundamentales.

Con el tiempo y a medida que fui trabajando con mis pacientes, comprendí la enorme importancia de crecer sintiéndose acompañado y respetado para crecer sano y equilibrado emocionalmente.

Por lo tanto, si comparo mi pasado con mi presente, tendría que decir que “no”, que no me parezco en nada a la imagen de padre que yo tenía en mente hace 15 o 20 años.

¿Qué te han enseñado tus hijas?

Puede sonar a tópico, pero mis hijas han sido (y siguen siendo) grandes maestras para mí.

Tenemos a Adriana, que ahora tiene 5 años, y a Luna, a la que perdimos hace dos años en el sexto mes de embarazo. Necesitaría mucho más espacio para detallar todo lo que he aprendido de ellas, pero me gustaría dar algún ejemplo de sus lecciones:

De Adriana he aprendido que los niños no necesitan manual de instrucciones. No hay nada que tengamos que hacer para estimularles o enseñarles. Si estamos atentos a sus necesidades y les acompañamos en lo que nos van demandando a cada momento, ellos son los que nos muestran el camino. Únicamente tenemos que estar con ellos en actitud de escucha atenta y respetuosa.

Con Luna, su madre y yo, atravesamos la experiencia más dura que pueden vivir unos padres, la pérdida de su hija. Esto ha supuesto, también, un gran aprendizaje que me ayuda a ponerme en la piel de todas los madres y padres que han pasado por lo mismo para poder acompañarles mejor. Y otro gran aprendizaje que he realizado gracias a Luna es el de darme cuenta de lo delicado que es el proceso de la vida. Me ha hecho valorar enormemente el milagro que supone cada nacimiento. Cada niño merece el mayor de los respetos y el mejor acompañamiento en la vida.

Por todo esto, ahora estoy más implicado que nunca en la defensa de la infancia, en ponerle voz al sufrimiento de los niños y en la denuncia de cualquier tipo de maltrato infantil.

¿Educas cómo te educaron a ti?

Valoro ciertas cosas que aprendí de mis padres y que sí están presentes en mi crianza de Adriana, por ejemplo, el defender a tus niños de cualquier agresión que provenga del exterior. Sin embargo, hay otras actitudes que sí he ido cambiando con el paso del tiempo porque he comprendido que no son patrones sanos. Intento ponerme mucho más en el lugar de los niños y entender los motivos que tienen para hacer lo que hacen. Trato de no forzar a mi hija para que siga el camino que yo creo que es el correcto. En lugar de eso, la acompaño en las motivaciones que le van surgiendo.

¿Ha sido doloroso cambiar o, más bien, liberador?

En un principio, todo cambio cuesta, incluso aunque sepamos que será beneficioso para nosotros. Tendemos a seguir repitiendo y defendiendo actitudes que nuestros mayores tuvieron con nosotros aunque no fueran las adecuadas. Un hito imprescindible en todo proceso de evolución personal, por el que yo también tuve que pasar, es el de asumir que mis padres no fueron perfectos, que fueron personas, con sus virtudes, pero también con sus defectos.

Esto siempre es difícil porque supone enfrentarse y vencer las propias resistencias, pero cuando conseguimos dar ese paso y reconocemos la realidad de nuestra infancia, la sensación de liberación es total. Tener el control de tu vida y no estar atado a condicionamientos ni presiones de los demás es algo que no tiene precio.

Hay personas que se ven sin herramientas para cambiar la forma en la que actúan, pero, dime ¿todos los padres podemos crecer con la paternidad?

Por supuesto. Tanto hombres como mujeres pueden aprovechar la crianza de sus hijos para crecer interiormente y liberarse de los lastres que arrastren desde su propia infancia. Éste es un proceso que yo considero absolutamente necesario si, de verdad, queremos criar a nuestros hijos en libertad.

Soy consciente de que no es un trabajo fácil y que, en algunas ocasiones, se requerirá la ayuda de un profesional que nos acompañe en ese camino, pero ya he explicado anteriormente que es un proceso que merece la pena. Nosotros seremos los primeros beneficiados, pero también estaremos permitiendo a nuestros hijos ser mucho más libres.

¿Cómo ayudas tú a los padres y madres que quieren hacer ese trabajo de introspección personal?

Muchas madres acuden a consulta en pleno puerperio, con un bebé de meses o de pocos años. Están en plena conexión emocional con su interior y con su pasado. Se sorprenden teniendo actitudes que ellas mismas se juraron no volver a repetir y se sienten muy culpables por ello.

Son conscientes de que tienen que cambiar algo, pero no saben cómo hacerlo. Yo las ayudo a trabajar con sus historias personales para entender qué cosas les afectaron de su pasado y ayudarles a buscar maneras más sanas de enfrentar las nuevas situaciones de su presente.

También trabajas on-line, ¿verdad?

Hace poco, he empezado a hacer terapia on-line, a través de Skype o Hangout, para poder ayudar a personas de cualquier parte del mundo que se interesan por la Terapia Regresiva que practico. Muchas personas me escribían desde otros países para pedir ayuda y yo no conocía a nadie que les pudiera recomendar. A partir de ahora, ya pueden hacer terapia conmigo a través de Internet.

Por otro lado, aprovechando mis diez años de experiencia en consulta, he diseñado un taller vivencial en el que los asistentes aprenden a entenderse a sí mismos y a sus hijos. Además, también hacemos relajaciones guiadas en las que potenciamos la conexión con nuestro Yo interior y aprendemos a sanar situaciones de nuestro pasado. Es un taller que ya he hecho en distintas ciudades y que está teniendo una gran acogida.

Ramón, ha sido un placer tenerte de nuevo en Bebés y más. Este Día del Padre me gustaría que hablemos, para terminar, de la conciliación desde el punto de vista del hombre, ¿es posible realmente confiliar para los hombres?

Las particularidades de mi trabajo favorecen la conciliación. Al trabajar en casa, no pierdo tiempo con desplazamientos y cuando no tengo ningún paciente, puedo estar con mi familia. Además, todo mi trabajo como escritor y divulgador también lo realizo en casa.

Nosotros nunca hemos dividido las tareas de casa en “cosas de hombres” o “cosas de mujeres”. Cuando hay que hacer algo (colgar la ropa, preparar la comida o fregar los platos…) lo hace quien más libre esté en ese momento. Tratamos de tener una verdadera conciencia de equipo, donde el trabajo de uno beneficia a todos.

¿Cómo os organizáis tu pareja y tú para el cuidado de tu hija?

Tanto Elena como yo trabajamos en casa. Esto tiene las ventajas que comentaba anteriormente, pero también nos obliga a organizarnos muy bien si queremos aprovechar el tiempo. Según las actividades que tengamos durante el día, nos vamos dividiendo el tiempo con nuestra hija.

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