Nunca digas el nombre de tu bebé, a menos que lo tengas clarísimo

Nunca digas el nombre de tu bebé, a menos que lo tengas clarísimo
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Si algo he descubierto desde que soy padre y desde que las personas que me rodean y que conozco son padres y madres es que cuando de nombres se trata, no hay diálogo posible: nunca digas el nombre que le pondrás a tu bebé, a menos que lo tengas clarísimo.

Recuerdo que cuando esperábamos a nuestro primer hijo empezamos a buscar nombres hasta que encontramos el que nos gustó y “nos casamos” con él. Inamovible. Decidido. Se llamaría Jon y punto. No pedimos consejo a nadie ni mucho menos opinión.

Sin embargo, estando mi hermana embarazada, en plena comida familiar (y en casa somos unos cuantos porque somos seis hermanos), no sé cómo salió el tema del nombre que le pondrían a la futura criatura, pero en ese instante y durante al menos una hora, sólo se habló de posibles nombres y de lo bonitos o feos que eran.

Esto pasó hace ya varios años pero lo recuerdo como si fuera hoy, porque esa hora se me hizo eterna, y si a mí se me hizo eterna, imaginad a mi hermana, que ya no sabía qué cara poner, aburrida de escuchar nombres y de responder “no me gusta”, “ya veremos”, “ese no, que conozco a uno que se llama así y…” y de escuchar a todos los demás decir lo mismo (“no me gusta”, “ese no, que conozco a una que se llama así y…”).

A partir de ese día me juré y perjuré que nunca diría el nombre de mi siguiente hijo a nadie si no lo teníamos ya decidido. No, porque como te vean un atisbo de duda, un “probablemente le pongamos este, pero aún no lo sé” la has cagado. Te dirán por qué no les gusta ese nombre y te propondrán otro. Y si hay alguien cerca, dirá que no al propuesto, el motivo y aún propondrá otro mientras lo único que puedes hacer es sonreír como un bobo (o boba) esperando que acaben.

Esto sucedió hace no mucho con una compañera de trabajo a la que se le ocurrió decir, ante varias otras compañeras, que si era niña le gustaba Candela. “Ay, no… ¡a la luz de la candela!”, dijo una. Entonces dijo que también le gustaba Abril. “Abril, cerral, abril, cerral…, ¿cómo le vas a poner ese nombre?”, dijo otra. Y así con cada nombre que decía.

Me acerqué y le dije: “lo peor que puedes hacer es pedir consejo sobre el nombre, porque te van a volver loca”, a lo que me contestó: “ufff, ¡cuánta razón tienes!”.

Así que lo dicho, o tenéis muy claro el nombre que le vais a poner a vuestro bebé, o boquita cerrada, por vuestro bien. Luego no digáis que no avisé.

Foto | Antony V. Khairov en Flickr
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