¿Por qué es tan duro esto de tener hijos?

¿Por qué es tan duro esto de tener hijos?
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Somos muchos los que una vez hemos tenido hijos nos preguntamos eso de "¿Cómo lo hicieron nuestros padres?" o nos preguntamos incluso cómo lo hicieron unos siglos atrás, cuando la gente tenía tropecientos hijos. Tener hijos en la actualidad es tan duro que no es difícil ver a madres y padres agotados físicamente, y a veces incluso emocionalmente superados.

Hay quien llega hasta a preguntarse, siendo la naturaleza tan perfecta, cómo es posible que nos deje tener hijos cada año, o cada dos años, en vez de espaciarlos más tiempo para que sea más fácil lidiar con la prole. ¿La respuesta? ¿Que por qué es tan duro esto de tener hijos? Pues porque nosotros nos lo hemos buscado, básicamente.

La naturaleza tiene sus métodos, pero también sus objetivos

Seguro que habréis oído casos de madres que están dando el pecho que pasan meses y años sin tener la menstruación. Pues bien, es el método que tiene la naturaleza para ponérnoslo un poco más fácil: mientras das el pecho a un bebé no tienes la regla y no puedes tener más hijos.

Sin embargo, cuando las tomas se espacian un poco, cuando el bebé ya come otras cosas o duerme más horas seguidas muchas madres empiezan a menstruar. Algunas incluso tienen la regla antes de que el bebé cumpla los seis meses, así que el método tampoco es que sea infalible.

El caso es que, a pesar de esta ayudita, que tampoco es para tirar cohetes porque lo que se puede conseguir es tener niños que se lleven unos 2-3 años de edad, la naturaleza tiene sus objetivos, o quizás habría que decir "su objetivo", y no puede descuidarlo: que nuestra especie se perpetúe (aunque si la naturaleza fuera un ente vivo y cambiante y viera en lo que nos hemos convertido no sé si seguiría haciendo su trabajo con tanto ahínco).

Bien, dejando a quienes nos gobiernan de lado, el objetivo final es que no nos extingamos, que sigamos creciendo en población o, como mínimo, que la especia sobreviva. Antiguamente la mortalidad infantil era muy elevada y la esperanza de vida muy corta. Sumando ambas cosas no podía la cosa estar prevista como para tener hijos cada cinco años, así que "mira, te dejo un pequeño margen mientras es bebé, pero luego manos a la obra, que sino nos jugamos la próxima generación".

Los humanos somos seres sociales que nos hemos vuelto estúpidos

Cuando hablé de esos momentos tan duros en que las madres ya no pueden más y esperan que los padres hagamos todo lo que haga falta, todo lo que una tribu haría, porque hace falta una tribu para criar a un hijo, ya lo comenté.

Los humanos somos seres sociales, estamos diseñados para vivir juntos unos con otros y para cooperar, para vivir en comunidades en las que todos trabajemos codo con codo, en las que todo sea de todos y en las que los niños sean criados por sus padres, por el resto de adultos y por los niños mayores, siendo responsabilidad de todos.

El problema es que en algún momento de la historia nos volvimos estúpidos y, con el paso del tiempo, hemos sido capaces de hacerlo cada vez peor. Seguimos uniéndonos por comunidades, pero el poblado teórico ha pasado a llamarse "comunidad de vecinos" y no hay Dios que no quiera irse a vivir a una casa para tener que evitarlos, sinceramente. Es decir, nos crían y educan nuestros padres y en vez de estar con ellos y con nuestros hijos nos vamos de casa a otro lugar a vivir junto a gente que no conocemos que no nos ayudan para nada y con los que mantenemos una simple relación de cordialidad, y a veces ni eso (y encima nos endeudamos hasta la vejez para pagar por ese lugar...).

Huimos del poblado, las tribus se rompen (o no llegan siquiera a empezar a formarse) y entra a funcionar el concepto de "nueva familia", que es lo que hemos creado. Una familia de papá, mamá y bebé, que luego tendrá quizás otro bebé y luego quizás otro y que están muy solos en esto, al fin y al cabo. Como además vivimos fuera de la naturaleza, con peligros que nos hemos inventado nosotros, los niños no pueden salir a jugar tranquilamente a la calle y todo se vuelve más difícil y confuso, porque ellos están diseñados precisamente para eso, para correr, saltar, subir a los árboles, trepar por las piedras, recorrer caminos y senderos y conocer el mundo cuanto antes, ya desde pequeños.

Sin calle, o vamos al parque a que se desfoguen, un trocito de tierra delimitado artificialmente y lleno de hierros en que los niños tienen que aprende a hacer cola y a no hacerse daño (cuando la naturaleza es libre y con espacio suficiente para todos los niños, tanto que difícilmente verás a un grupo de niños haciendo cola para subir a un árbol, porque hay ramas para todos) o les apuntamos a algún deporte o actividad donde quemen calorías o les dejamos en casa que suelten toda esa energía, haciéndonos creer que son traviesos, malos malísimos y desobedientes.

En fin, que no digo yo que para solucionar esto tengamos que quedarnos en casa de nuestros padres a vivir todos juntos, porque seguro que el concepto de suegra ha cambiado también mucho con los años, y ahora hay familias donde saltan chispas en cuanto las juntas. Quizás no haya vuelta atrás, no al menos mientras sigamos inmersos en esta sociedad capitalista y consumista en el que es más el que más tiene (y así a ver qué mierda de tribu o poblado vas a crear...).

O quizás sí, quizás cuando nos demos cuenta de que no podemos hacerlo peor decidamos por fin dejar las frías ciudades, volver al verde, a la naturaleza, decirle que aquí estamos y mostrarle que aún, dentro de nuestros corazones, somos capaces de vivir sin mirar a la gente por encima del hombro y sin meterles un repaso de abajo a arriba para compararnos... es decir, seamos capaces de aceptar a los demás, aceptarnos a nosotros mismos, y de criar a nuestros hijos entre todos, otra vez.

Foto | Andrew Malone en Flickr En Bebés y más | Las madres que no pueden más, ¿Deben los abuelos cuidar de nuestros hijos?, La dura realidad de una madre trabajadora

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