Un peluche es mucho más que un juguete: siete beneficios de los peluches para los niños

Un peluche es mucho más que un juguete: siete beneficios de los peluches para los niños
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¿Qué pequeño o pequeña no ha tenido un peluche en su vida? Un peluche al que considera su mejor amigo, al que le pone nombre y con el que pasa tiempo divirtiéndose y jugando.

El peluche en realidad es el nombre de la tela que configura este muñeco, que suele tener forma de animal, normalmente un osito, pero que puede representar otros personajes y animales.

Pero los peluches no son simples muñecos; son también una fuente de aprendizajes y bienestar que ayuda a los niños a sentirse seguros. Además se pueden convertir en un objeto de apego para los niños, y en un elemento más a través del cual representan su realidad (a través del juego simbólico).

Así, los peluches son juguetes que favorecen diferentes áreas del desarrollo de los niños; conocemos sus beneficios más importantes y cómo escoger el mejor peluche para nuestro pequeño.

Siete beneficios de jugar con peluches

1. El peluche como objeto de apego

Un objeto de apego, u objeto transicional, es en psicología evolutiva un objeto material que el niño escoge de forma libre y espontánea, y al que le tiene un especial cariño. Los objetos de apego aparecen al mismo tiempo que el niño construye un vínculo (apego) con sus padres, y pueden facilitar ese camino.

Un peluche puede (y suele) ser este objeto (aunque también puede ser una mantita, por ejemplo), el cual le acompaña la mayor parte del tiempo, le brinda consuelo y seguridad y le facilita incluso el sueño.

En este contexto, el peluche cumple una función psicológica muy importante para el bebé o el niño, ya que:

  • Le transmite seguridad.
  • Le hace sentirse protegido.
  • Le hace compañía.
  • Es una fuente de placer.
Un peluche puede convertirse en un objeto de apego, el cual acompaña al niño la mayor parte del tiempo, le brinda consuelo y seguridad y le facilita incluso el sueño.

2. Estimulan la confianza para explorar

Además, cuando los peluches se convierten en un objeto de apego de los niños (el llamado objeto transicional), esto significa que para ellos es un objeto que les proporciona protección y que les da confianza para explorar el mundo por sí solos.

Por ello los peluches les pueden ayudar a dar su primer paso hacia la independencia, porque les brinda esa confianza para explorar de forma individual.

Como curiosidad, los niños que desarrollan un apego seguro con sus cuidadores son capaces de explorar su entorno sabiendo que pueden volver a su "base segura" (su figura de apego) cuando quieran.

3. Favorecen el juego simbólico

El desarrollo del juego simbólico es otro de los beneficios de jugar con peluches. Este tipo de juego es cualquier actividad espontánea en la que los niños, gracias a su capacidad mental e imaginativa, recrean un escenario como fuente de entretenimiento, representan roles y simulan, por ejemplo, que una caja de cartón es un barco pirata, o un plátano, un teléfono.

Ana Serrano, arteterapeuta, comenta el libro de Ruz y Abad "El juego simbólico", en un artículo publicado en Papeles de arteterapia y educación artística para la inclusión social.

Y explica que el juego simbólico "invita a los niños a repensar cómo aprender a ser y a comprender el espacio de la vida, a través del juego". Según la autora, este tipo de juego posibilita experiencias de vida a través de metáforas que generan posibilidades que, desde la fantasía, se trasladan en la infancia a la "realidad", en un ejercicio de ser otro, otro espacio y otra cosa, para llegar a ser uno mismo".

Cuando los niños juegan con peluches, lo hacen a través del juego simbólico. Convierten a sus peluches en sus amigos, o en alguien a quien deben cuidar, y por lo tanto simulan que les dan de comer, les leen cuentos, les cuidan tapándoles si hace frío... Y el juego simbólico estimula, a su vez, otras habilidades en los niños, como el lenguaje, la capacidad de imitación, la creatividad, la curiosidad...

Los niños reproducen el juego simbólico a través de los peluches, cuando por ejemplo hacen ver que hablan entre ellos o que son personajes de una historia.

4. Fomentan el lenguaje

Los niños hablan a sus peluches, les cantan, les leen cuentos... Por ejemplo, al hablarles en voz alta, se escuchan a sí mismos (su voz), y esto hace que descubran por sí solos la mejor forma de decir lo que quieren decir.

Así, pronuncian su pronunciación y su tono, y por ello los peluches pueden ser ideales para perfeccionar el lenguaje y el habla de los niños. Por otro lado, si jugamos con ellos, esto es un fuerte refuerzo, porque podemos corregirles (con respeto), estimular el lenguaje con preguntas hacia el niño y hacia su peluche, etc.

5. Peluches educativos: una fuente de aprendizaje

Además de los peluches tradicionales, encontramos también peluches que son educativos; al ser interactivos hablan a los niños, les dicen colores, números, palabras nuevas... Hay una gran variedad en el mercado.

Con todo ello su lenguaje se estimula, así como su capacidad de concentración (porque deben estar atentos a sus comentarios). Además, los niños también refuerzan su motricidad a través del juego y el contacto con el peluche. Podemos escoger el que mejor se ajuste a lo que necesite nuestro niño (o el que potencie lo que queremos trabajar con él).

6. Refuerzan la empatía

Los peluches interactivos también mejoran la empatía de los niños, al ayudarles a reconocer las emociones mediante los gestos faciales y los sonidos que emiten.

Para ellos su peluche es su amigo, y aunque represente un animal, por ejemplo, si además habla, hace sonidos... esto favorece el desarrollo de su capacidad para entender que hay estados emocionales diferentes el que ellos tienen en ese momento (por lo tanto, les ayuda a salir de su egocentrismo),

7. Reducen el estrés

Los peluches son también una fuente de relajación que reduce los estados de nerviosismo y estrés de los niños. Al ser agradables y suaves al tacto, además de proporcionar a los niños un momento de calma, pueden llegar a regular la presión arterial y estimular la producción de endorfinas, las llamadas "hormonas de la felicidad".

Por ello podemos usar los peluches no solo como fuente de diversión a través del juego, que también, sino como un regulador del estado emocional del niño.

Los peluches, al ser agradables y suaves al tacto, proporcionan a los niños momentos de calma, lo que reduce su estrés o activación cuando están nerviosos.

¿Cómo escoger un buen peluche?

Hay algunas consideraciones a tener en cuenta que nos pueden ir bien a la hora de escoger el mejor peluche para nuestro niño o niña:

  • Ten en cuenta las preferencias del niño. ¿Qué peluche escoge él espontáneamente?
  • Asegúrate de que el peluche no contenga objetos pequeños, o si los tiene, que estén cosidos al muñeco a la perfección y no existan riesgos de que se desprendan.
  • Recuerda: los ojos y los detalles deben estar cosidos en el peluche.
  • Escoge colores que brinden tranquilidad y diversión a tu pequeño, como el rosa, el verde o el amarillo.
  • Evita peluches interactivos que sean excesivamente ruidosos (esto podría sobreactivar al niño).
  • Ten en cuenta la edad y el tamaño de tu pequeño para escoger el tamaño del peluche.
  • Asegúrate de que es hipoalergénico y ten en cuenta la tela; las mejores para los niños son el algodón y el paño, porque tienen muy poco pelo y reducen la probabilidad de alergias.
  • Evita peluches con purpurina o adornos parecidos, ya que pueden provocar alergia o rojeces a los niños al entrar en contacto con su piel.
  • Asegúrate (a través de su etiqueta) de que el peluche cumple con toda la normativa vigente referente a los juguetes seguros.

Fotos | Portada (Pixabay)

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