Un análisis de sangre y orina podría detectar el autismo en niños

Un análisis de sangre y orina podría detectar el autismo en niños
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Hasta ahora la detección y diagnóstico de los Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) es difícil y se prolonga en el tiempo, ya que solo se puede determinar cuando el niño o niña comienza a manifestar los síntomas de manera clara, y tras un sinfín de pruebas en distintos ámbitos.

Decimos hasta ahora, porque científicos de la Universidad de Warwick (Reino Unido) han desarrollado un test que podría conducir a la identificación más temprana y certera del TEA, a través de sencillas pruebas de sangre y orina. Una muy buena noticia para los papás, que en ocasiones acaban agotados, dada la incertidumbre que se arrastra hasta el diagnóstico y como no, para los pequeños.

Resulta muy complicado identificar a un niño con algún trastorno del espectro autista. Hasta que no comienza a manifestar de forma muy clara los síntomas del comportamiento característico, como un déficit en la comunicación, dificultad para integrarse socialmente, dependencia exagerada de las rutinas, o mucha intolerancia ante los cambios, o a la frustración, es imposible saberlo; y aún así no siempre estos comportamientos significan un diagnóstico. Cada persona es un mundo y no podemos etiquetar así porque sí, por cuatro coincidencias o comportamientos anómalos aislados.

Por ello, solo puede saberse con certeza cuando los pequeños manifiestan de forma muy aparente este tipo de conductas y pasando por la consulta de distintos especialistas, con sus consecuentes pruebas, lo que puede llevar mucho tiempo, gasto y energía.

Algunas consecuencias del TEA son problemas del habla, un comportamiento repetitivo y/o compulsivo, ansiedad, hiperactividad, y dificultad para adaptarse a nuevos entornos..., pero no todos y algunos se presentan en medidas tan pequeñas, o se camuflan tan bien, en especial en las niñas, que se hace imposible su detección.

¿Qué dice la investigación?

Se ha descubierto que los niños ‘neuroatípicos’, además de patrones de comportamiento especiales, presentan diferencias en ciertos procesos metabólicos, que se hallan tanto en la sangre, como en la orina. ¿Qué quiere decir esto? Que muestran diferencias en algunos metabolitos específicos, que se encuentran tanto en la sangre como en la orina, lo que hace posible que el autismo pueda diagnosticarse de forma temprana, a partir del descubrimiento de estos metabolitos en un análisis. Así, los niños con autismo podrían recibir un tratamiento adecuado mucho antes en sus vidas.

Esto es lo que revela un estudio internacional publicado en la revista Molecular Autism y dirigido por investigadores de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, que han desarrollado un nuevo test de sangre y orina que nos permite saber si un menor ha desarrollado un TEA.

De momento es fiable a partir de los 5 años; edad de los niños más pequeños que se sometieron al estudio, aunque los autores confían en que el test será efectivo también a edades más tempranas, lo que hará posible un diagnóstico mucho más precoz del autismo.

Los autores del estudio analizaron las muestras de sangre y orina tomadas a 29 niños y 9 niñas, diagnosticados de TEA, con edades comprendidas entre los 5 y los 12 años, residentes en la ciudad de Bolonia (Italia). Compararon los resultados con los obtenidos en las muestras de 23 niños y 8 niñas de las mismas edades y ciudad, que no padecían autismo.

El equipo de investigación descubrió que había notables diferencias químicas entre los dos grupos. Una vez identificadas las diferencias químicas, el siguiente paso fue introducir los datos en un ordenador para desarrollar algoritmos y test que facilitaran la identificación de los menores en función de que tuvieran o no autismo. ¿Y qué pasó? Que el resultado fue una prueba de diagnóstico, mejor que cualquier método conocido hasta la fecha.

Además la directora del estudio, Naila Rabbani, asegura que su hallazgo, aún en fase de investigación, además de facilitar un diagnóstico e intervención más tempranos, puede revelar nuevos factores causantes de los TEA, "lo que nos ayudará a mejorar el diagnóstico y abrirá la puerta a la identificación de causas aún no descubiertas”.

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