Diez cosas que no hay que decir a una madre que no trabaja para cuidar a sus hijos (II)

Diez cosas que no hay que decir a una madre que no trabaja para cuidar a sus hijos (II)
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HOY SE HABLA DE

Ayer iniciamos un tema en defensa de las madres que deciden dejar de trabajar para cuidar a sus hijos. No es que nadie en concreto las haya atacado como para que necesiten una defensa pública, sin embargo, como explicaran algunas madres en los comentarios de la entrada de ayer, sí existe una tendencia social a ver el hecho de no trabajar de manera negativa.

En Bebés y más todos, editores y lectores, tratamos de respetar las decisiones de los demás y por eso, quizás, se vea extraño publicar una entrada como ésta, defendiendo algo en un sitio donde nadie ha atacado. Sin embargo, la información llega a veces a sitios donde uno no espera y, si no llega allí donde más falta hace, ayuda al menos a las lectoras más cercanas que en su día tomaron una decisión tan simple como dedicar todo su tiempo a sus hijos, y tan complicada como dejar su trabajo durante varios meses o años.

Como lo importante no es lo que se decida, sino tener la libertad de poder elegir sin que nadie diga nada (todos merecemos ese respeto), os dejo hoy con las cinco cosas que no hay que decir a una madre que ha decidido dejar de trabajar para cuidar a sus hijos que quedaron pendientes ayer.

6. “¿Qué haces todo el día, por cierto?”

“Pues nada, pongo al niño en la hamaca y yo me tumbo a ver la tele o a tomar el sol… si hace mal tiempo o es invierno dejo al niño con la abuela y yo me voy de compras o al gimnasio (no te jode)”.

Supongo que no hace falta hacer una lista de lo que hace una persona que se dedica a cuidar a sus hijos, ¿no? Digamos que, en resumidas cuentas, una madre que se queda con sus hijos está tratando de educarles del mejor modo posible, con el mayor cariño que les puede dar, con el tiempo que los niños necesitan y con las actividades más típicas del día a día para que los niños crezcan educados, respetuosos, autónomos, comunicativos (uno de los grandes problemas en la relación padres-hijos, la falta de comunicación) y con seguridad en sí mismos y una buena dosis de autoestima.

Además de eso, pues hace todo lo demás, sacar la casa adelante, ir de compras, hacer comidas, poner lavadoras, etc. todo ello delante del niño o con el niño, que ve que la vida no es solo jugar y jugar, sino también mantener el lugar donde uno vive más o menos limpio, ordenado y con comida para alimentarse.

Eso es lo que hace una madre todo el día, por cierto.

7. “¿Y todo lo que estudiaste? ¿Tu carrera, tu trabajo,…?”

El saber no ocupa lugar y estudiar una carrera no siempre tiene que conllevar trabajar en algo, aunque sí es cierto que lo habitual es escoger la carrera que te lleva a trabajar de eso que quieres trabajar.

En cualquier caso, dudo que ninguna mujer decida no estudiar porque “de aquí a pocos años seré madre”, sino que la mayoría de mujeres estudia para tener una educación, para tener una profesión que les gusta y trabajar de ello si puede ser, como hacemos todos los que en su día decidimos estudiar, vamos.

Una vez se es madre, la vida gira como una tortilla (o no) y muchas mujeres prefieren postergar sus años de trabajo para dedicarse a eso que en ese momento es más importante para ellas, que son sus hijos. El título no se lo va a quitar nadie, así que el día que quiera volver a trabajar seguirá teniendo la carrera en el currículum.

¿Perderá algunas oportunidades y tendrá problemas para encontrar trabajo? Puede ser, por eso la decisión de quedarse en casa para cuidar a los niños y educarles es tan complicada.

Todo es cuestión de escoger la elección que más satisface a todas las partes involucradas (dentro de la familia) y después ya se verá. Hay mujeres también que decidieron seguir trabajando al acabarse la baja maternal que ahora que sus hijos ya son autónomos se han quedado sin trabajo. Mirando atrás podrían pensar que “ya podría haberme quedado con mis hijos”, pero claro, volviendo atrás, en aquel momento, nadie les dijo cuánto tiempo trabajarían.

8. “Eso explica por qué tus hijos tienen tanta ‘mamitis’”

“¿Qué es la mamitis, la inflamación de una madre? Si te refieres a que están muy apegados a mí, es cierto, lo están, pero en contra de lo que piensa la gente es algo normal, es lógico y no es malo.”

Esto lo hemos comentado más de una vez. Los niños que tienen un referente cercano (cerca) y válido (que les hace caso), suelen hacer mucho uso de él. Esto es normal porque los niños están aprendiendo de nosotros, con nosotros y ellos solos también, simplemente observando o inventando.

Cuando un niño se siente inseguro con algo tiene dos opciones: llamar a alguien para que le ayude o no hacerlo a riesgo de equivocarse. A veces equivocarse está bien, porque puede ser un punto de partida para aprender otra cosa, pero a veces, sobretodo si un niño es pequeño, equivocarse puede ser peligroso, así que lo habitual es que el primer impulso sea hacer lo primero, pedir ayuda.

Si cuando la pide alguien acude, los niños aprenden que pueden pedirla siempre que sea necesaria. La ayuda no tiene por qué ser “ya te lo hago yo”, sino que puede ser un “te lo hago, fíjate como lo hago e inténtalo tú también”. De ese modo los niños aprenden también y después, cuando sepan hacer algo, dejarán de pedir ayuda (para eso concreto).

A medida que crecen son más capaces de resolver problemas, tienen más seguridad en sí mismos y por lo tanto piden cada vez menos ayuda. Es decir, no por estar más tiempo con la madre serán más dependientes después, sino más bien todo lo contrario, serán más autónomos e independientes porque han tenido una buena maestra.

9. “Qué raro… pensaba que tendrías la casa súper limpia”

“Yo en cambio pensaba que eras más educada, pero ya veo que no…”.

En este sentido creo que no hay mucho que decir. Si una madre se queda en casa para cuidar a sus hijos lo más lógico es que lo primero sean los niños y lo segundo sea la casa. Cuando son bebés es difícil, que no imposible (porque para eso estamos las parejas), tener la casa ordenadita.

Una vez los niños son más autónomos y pasan más tiempo entretenidos con algún juguete las madres pueden ir haciendo más cosas mientras controlan al niño, de manera que la casa esté más visible.

10. “Más cansada estoy yo, que además de cuidar de mis hijos trabajo”

“Vale, pues me has ganado… tienes el premio a la madre más sufrida y más agotada. No sabía que era una competición, si lo sé hoy no duermo”.

Por alguna extraña razón parece que madraza es aquella que llega a la cama hecha polvo, agotada física y mentalmente, pero que llega a todo, no se sabe bien cómo, y parece que para saber quién ha tomado la mejor decisión habría que ver qué madre se cansa más…

“Todo el día con mis hijos, es precioso, agotador, pero precioso… y no lo cambio por nada”, podría decir una madre.

“Bueno, yo sí que estoy cansada, que también estoy por mis hijos y además tengo que trabajar”, podría contestarle otra.

En este punto del diálogo aparece la competición, como si la primera no pudiera estar cansada o agotada y la queja sólo pudiera ser exclusiva de las madres trabajadoras.

Seguro que todas las madres se cansan, pero no hace falta competir. No existe un premio a “la más mejor”. Yo hay días que no hago demasiadas cosas y llego a la cama rendido, y otros que en cambio no he parado y que al ir a dormir aún tengo cuerda. ¿Puedo decir “estoy cansado” el día que estoy cansado? ¿O tengo que callarme porque hay gente a mí alrededor que considera que está más cansada que yo?

Resumiendo

En resumidas cuentas, tantas palabras podrían haberse resumido en “nadie debería decir nada a una madre que deja de trabajar”, igual que podríamos decir “nadie debería decir nada a una madre que no deja de trabajar”, pero de vez en cuando vale la pena plasmar las palabras, las frases que muchas madres pueden llegar a oír, más que nada para reflexionar, para ver las tonterías que puede llegar a decir la gente, para ver lo poco respetuosa que puede llegar a ser y para ver que un problema de todos, que es que los niños, a las 16 semanas de nacer, ya no tienen a nadie que les pueda cuidar, acaba por dividir a una sociedad que se “pelea” entre sí, cuando debería unirse para quejarse por esto mismo.

Foto | Jeroen Kransen en Flickr
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