El verdadero problema de compartir la vida de tus hijos en las redes

El verdadero problema de compartir la vida de tus hijos en las redes
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En un artículo reciente publicado en The Washington Post, una madre explicaba su decisión de continuar escribiendo artículos y entradas de blogs sobre su hija incluso después de que la niña se hubiera quejado al respecto. La autora decía que aunque se sentía mal, "no había terminado de explorar mi maternidad en mis escritos".

Uno de los comentarios criticaba al tipo de padres como la autora del artículo que "convertían en contenidos los dramas cotidianos de su familia", mientras que otro comentario afirmaba que el artículo de la mujer pone de manifiesto el "continuo y tedioso debate entre los padres en la era de Instagram: ¿Lo que publicamos ahora en las redes va a mortificar a nuestros hijos en el futuro?"

Estas preguntas son legítimas y he publicado un estudio al respecto sobre la necesidad de que los padres protejan la privacidad de sus hijos en línea. Estoy de acuerdo con los que critican a la autora por no hacer caso a las preocupaciones de su propia hija.

Sin embargo, creo que la crítica general hacia los padres y el uso que hacen de las redes sociales no está del todo justificada.

Llevo estudiando este tema (también conocido en inglés como "sharenting") durante seis años y es muy frecuente ver como la opinión pública intenta poner a los padres en contra de los hijos. Según las críticas, los padres tienen una actitud narcisista cuando hablan de sus hijos en Internet y publican sus fotos en las redes, puesto que no tienen reparos a la hora de invadir la privacidad de sus hijos a cambios de la atención y la validación de sus amistades. O por lo menos en teoría.

Sin embargo, este enfoque "padres contra hijos" hace que nos olvidemos de un problema mayor: los intereses económicos de las redes sociales que utilizan a los usuarios para su beneficio.

Un impulso natural

A pesar de los acalorados discursos que provocan las publicaciones de los padres en las redes, no es nada nuevo. La gente lleva siglos registrando sus minucias en diarios y álbumes de recortes. Existen libros especiales donde se anima a los padres a registrar todo tipo de información sobre sus hijos.

El experto en comunicación Lee Humphreys cree que el impulso parental para documentar y compartir información sobre los hijos es una forma de "registros multimedia". A lo largo de sus vidas, la gente tiene diferentes papeles (hijo, pareja, padre, amigo, colega) y según Humphreys una forma de realizar dichos papeles es documentándolos. Cuando la gente echa la vuelta atrás a los restos del pasado puede crear una imagen de su persona, construyendo una biografía coherente que aporta una sensación de conexión con otras personas.

Compartir fotografías de tus hijos es humano. pxhere

Si alguna vez te has puesto a hojear un antiguo anuario escolar, las fotos de viaje de un abuelo o el diario de un personaje histórico, lo que has hecho ha sido indagar en un registro multimedia de su momento como cuando te dedicas a mirar el perfil de Facebook de una persona. Puede que las redes sociales sean un fenómeno reciente, pero el hecho de documentar los hechos cotidianos es milenario.

Escribir sobre la vida familiar puede ayudar a los padres a expresarse de forma creativa y a conectar con otros padres. Las cuentas en las redes sociales también pueden servir de ayuda a la gente para entender su papel como padres, puesto que ser padre y verse como padre implica hablar y escribir sobre tus hijos.

El capitalismo de vigilancia aparece en escena

Puesto así, queda claro por qué pedirle a los padres que dejen hablar de sus hijos en las redes y subir fotos puede ser todo un reto: documentar lo que nos pasa es una parte central de la vida social de las personas y ha sido así desde hace mucho tiempo.

Pero el hecho de que los padres lo hagan a través de blogs y redes sociales conlleva problemas concretos. Los álbumes de fotos familiares que tenemos en casa no transmiten datos digitales y sólo son visibles cuando decidimos mostrárselos a alguien, mientras que las fotos de Instagram se encuentran en servidores propiedad de Facebook y son visibles para cualquiera que se desplace por tu perfil.

Las opiniones de los niños importan y si un niño se opone categóricamente a que se compartan sus fotos los padres siempre pueden considerar el uso de diarios en papel o álbumes de fotos analógicos. Los padres también pueden tomar otras medidas para garantizar la privacidad de sus hijos, como puede ser el uso de un seudónimo para sus hijos o darles poder de veto sobre el contenido.

Sin embargo, los debates sobre la privacidad y la forma en la que los padres comparten contenidos relacionados con sus hijos a menudo se centran en las personas que pueden ver el contenido y se suele ignorar qué empresas hacen las empresas con esos datos.

Las redes sociales no han hecho que los padres quieran documentar partes de sus vidas, pero sí que han alterado profundamente la forma en la que lo hacen.

A diferencia de los diarios, los álbumes de fotos y los vídeos caseros de antaño, las entradas de blog, las fotos de Instagram y los vídeos de YouTube están alojados en plataformas propiedad de corporaciones y pueden hacerse visibles para muchas más personas de lo que la mayoría de los padres se dan cuenta o desearían.

El problema no es tanto los padres sino las plataformas de las redes sociales, puesto que cada vez se basan más en términos económicos, lo que la experta en negocios Shoshana Zuboff denomina "capitalismo de vigilancia". Estas plataformas producen bienes y servicios diseñados para recopilar enormes cantidades de datos de los individuos, analizarlos en busca de tendencias y utilizarlos para influir en el comportamiento de las personas.

No tiene por qué ser así. En su libro sobre la forma en la que registramos lo que nos pasa en diferentes medios, Humphreys menciona que en sus inicios Kodak era la única empresa que revelaba los carretes de sus clientes.

"Aunque Kodak procesaba millones de fotos de sus clientes", escribe Humphreys, "no compartía dicha información con sus patrocinadores a cambio de acceso a sus clientes. En otras palabras, Kodak no convertía a sus clientes en productos".

Eso es precisamente lo que hacen las plataformas de las redes sociales. Las publicaciones en las redes sociales les dicen a los padres cómo es su hijo, cuándo nació, qué le gusta hacer, cuándo alcanza ciertas etapas de desarrollo, etc. Estas plataformas persiguen un modelo de negocio basado en conocer a los usuarios (quizás más profundamente de lo que ellos mismos se conocen) y utilizar dichos conocimientos para sus propios fines.

Es este contexto, el problema no está en que los padres hablen de sus hijos en Internet, sino en que los lugares donde los padres pasan su tiempo conectados son propiedad de empresas que quieren tener acceso a todos los rincones de nuestras vidas.

En mi opinión, ese es el problema de privacidad que deberíamos arreglar.

Autor: Priya C. Kumar, estudiante de doctorado en Estudios de la Información, Universidad de Maryland

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí

Traducido por Silvestre Urbón

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